¿Publicidad social ó sexismo?

Por Dolega @blogdedolega

Antes que nada quiero decir que la imagen que ilustra esta entrada la he sacado de Facebook de una publicación que lleva a: http://genial.guru/admiracion-fotografias/37-ejemplos-de-buena-publicidad-social-336/   (aunque luego esa foto no aparece) He estado buscando el origen primero de la misma pero no he dado con él, así que se lo atribuiré a la web antes citada. Si no fuera así, y tiene otra fuente y alguien la sabe, con gusto pongo la acreditación correcta.

Hoy me voy a meter en un charco, que hace mucho que no lo hago…

Hace unos días me he encontrado con esta imagen en Facebook. Su leyenda era “37 ejemplos de buena publicidad social” ilustrada por la foto en cuestión.

Mi primera reacción ha sido intentar entender, cual es la intención de la campaña. ¿Qué los hombres no le ceden los sitios a las mujeres en el transporte público? No veo porqué un hombre tiene que cederle el sitio a una mujer. En un mundo de igualdad no encuentro la necesidad de ello y creo que una gran mayoría de mujeres opinarán lo mismo que yo. Si yo no cedo mi asiento a un hombre en el metro, no veo porqué tiene un hombre que cedérmelo a mí. Así que creo que no va por ahí la cosa.

¿Qué, en el transporte público, hay una serie de asientos reservados a determinados grupos de población y que hay caraduras que pasan de ello? Eso ya me parece mucho más lógico porque las “protagonistas” son dos mujeres una con un niño en brazos y otra visiblemente embarazada, que por cierto tiene una cara bastante lánguida. Vale, creo que la cosa va por ahí…

Pero cuando leo lo que pone, la imagen de los personajes y cómo está planteado el tema, empiezo a pensar que yo vivo en un mundo paralelo ó en alguna dimensión por descubrir y que en mi persistente despiste no me he enterado, porque en décadas y décadas de viajar a diario en transporte público he visto casi de todo. La joven madre que entra en el vagón del metro con el bebé y el carrito y tiene que decir 64 veces “perdón, disculpe, lo siento…” mientras se abre paso y el niñato de turno, abducido por el móvil no le hace ni caso y por supuesto no se levanta. La embarazada que entra en el autobús y la adolescente hipermegamonadelamuerte lee una revista y no hace ni el más mínimo ademán de aliviarle el viaje a la preñada. El abuelo que se sube al metro y le cuesta agarrarse a la barra del vagón y la treintañera seducida por su ebook pasa olímpicamente del anciano y ahí se escuerne. La abuela que viene de recoger al nieto de tres años de la guardería y que le cuesta un mundo mantener el equilibro con una mano mientras con la otra sujeta al niño y el trajeado del maletín pasa como de la mierda y el que se levanta a dejarle el sitio es el chaval con pinta de delincuente transgresor que me recuerda enormemente al Niño en su época de adolescencia y encima le entretiene al nieto…

Caraduras, jetas y personas incívicas las hay en todos los sexos, profesiones, religiones, nacionalidades y tendencias políticas. Es un defecto muy democrático.

Así que los de la foto son simplemente otro espécimen más de la fauna humana, pero poco representativo de lo que en realidad hay en el transporte público.

Pero sigo dándole vueltas a la cabeza… ¿Y si no es eso? Porque habla de hombrías y que si eres hombre ó no… y es ahí cuando empiezo a cabrearme.

A ver Señor ó señora publicista, esta foto me parece tremendamente sexista, discriminatoria y que poco ayuda a educar en la igualdad.

Tengo un hijo de casi treinta años y no tiene para nada el perfil de los de la foto, pero tampoco sus amigos, compañeros ni conocidos, tampoco lo tienen los hijos de mis amigos ni los jóvenes de mi familia, ni sus amigos y conocidos en más de 4 países, además cuando voy en transporte público veo que hay gente que se queda sentada si entra una mujer con un niño en brazos, pero también veo a la mayoría de personas que se levantan a dejarles el sitio, entre ellos muchiiisimos chicos jóvenes, hombres de mediana edad, señores mayores etc.

Esto no es una campaña de sensibilización social, esto es una estigmatización de un sector de la población. ¿Dónde está la niñata pasota, el ejecutivo agresivo que mira para otro lado, la treintañera superwoman enfrascada en su tablet?

Así que me rebelo con fiereza a que mi hijo sea considerado de facto un machista, misógino, maltratador al que haya que estar permanentemente “educando” para que no delinca, por el detalle de haber nacido con pene; que se le presupongan unas naturales tendencias antisociales que hay que vigilar con lupa por el simple hecho de que en su carnet de identidad ponga “sexo, varón”.

Sí, con la misma fiereza que me rebelo a que mi hija sea considerada violable por haber nacido con una vagina ó que sea tachada de provocadora por llevar una camiseta de tirantes, ó que pueda ser objeto de vejaciones por el simple hecho de que en su carnet de identidad ponga “sexo, mujer”

El que haya una minoría de bestias de ambos sexos que maltratan, matan y vejan a sus parejas, hijos, padres y todo lo que se les ponga por delante y a los que hay que castigar con toda la contundencia de la ley y sin paliativo ninguno (cosa que no siempre se hace), no quiere decir que la mayoría no sea normal. A estos salvajes es a los que hay que decirles con la ley en la mano que lo tienen negro, muy negro.

Soy acérrima defensora de la educación en igualdad y mis hijos han sido educados en la igualdad y el respeto. Pero en la IGUALDAD, con los mismos derechos,   las mismas responsabilidades y las mismas obligaciones cívicas. Es lo que veo alrededor, no solo en mi entorno, en mi vida diaria.

Los mendas de la foto antes que hombres son personas ineducadas e incívicas, además de bastante casposas, da igual su sexo y lo siento pero este tipo de acciones no creo que ayuden mucho. Quizás si los personajes fueran más normales, variados y creíbles nos haría pensar que todos, en alguna ocasión hemos pecado de pasotas ante una situación parecida y no deberíamos hacerlo y entonces recuerdo mi primera teoría…