¿PUEDE LA RED ACERCAR LA ARQUITECTURA A LA SOCIEDAD? (Extracto...

Por Zuloark

¿PUEDE LA RED ACERCAR LA ARQUITECTURA A LA SOCIEDAD?

(Extracto del artículo de @stepienybarno en LA CIUDAD VIVA)

En nuestro artículo de ARQUITECTURA, ARQUITECTOS Y CIUDAD, poníamos encima de la mesa la distancia que separa a los arquitectos de la sociedad. En el posterior debate se puso en evidencia que además de ser algo que venía de largo, a día de hoy tampoco parece que se estén tomando medidas al respecto. Por ello, desde Stepienybarno, con este post quisiéramos dejar entrever las posibilidades que nos brindan las nuevas tecnologías y la red para acercar la arquitectura a la ciudadanía.

Pero antes de entrar en materia creemos conveniente hacer un breve viaje en el tiempo.

La piedra fue el soporte más antiguo de escritura, pero fue la madera quien se convirtió en el soporte de los primeros libros. Más adelante, con la aparición del pergamino y finalmente el papel, se fueron sucediendo, lentamente, los siglos en que monjes metidos en sus scriptorium se dedicaban a copiar libros sin descanso. A este conocimiento sólo tenía acceso un selecto número de personas. Pero, a mediados del siglo XV un inquieto herrero llamado Johann Gutenberg retó a un monje a copiar un manuscrito bíblico en la mitad de tiempo del que él mismo necesitaría para hacerlo. En este preciso momento se dio a luz a la imprenta moderna. Desde este hito histórico hasta que Guillermo Marconirealizara la primera transmisión por radio, pasaron la friolera de 350 años. Cien años después, a principios de siglo XX, por fin, llegó la televisión que, de alguna manera, cambió la forma de habitar de medio mundo, cogiendo cada vez más protagonismo en nuestro día a día. Los siguientes cambios que se sucedieron siguieron siendo lentos en el tiempo: 13 años hasta que apareció el primer anuncio, en España no llegó la tele hasta mediados de los cincuenta y las imágenes en color se hicieron de rogar hasta veinte años después.

Pero cuando parecía que nuestra vida de consumidores pasivos de películas llenas de anuncios, telebasura y, porque no reconocerlo, algún buen programa de “La dos”, iba a durar eternamente, a finales del siglo pasado apareció Internet con un potencial, hasta entonces, inimaginable. A partir de aquí, el nuevo medio de comunicación ha evolucionado a la velocidad de la luz. Hasta el 2003 la red estuvo comandada por portales y páginas que funcionaban en una sola dirección, es decir, el lector no tenía un papel activo. Eran los tiempos 1.0. Pero el verdadero despegue se produjo con la aparición de foros, comunidades y blogs en los que cada usuario de manera cómoda y sin, prácticamente, conocimientos informáticos ya podía ser un nuevo emisor de contenido produciéndose un diálogo en dos direcciones y, sobre todo,  de manera horizontal. Habían llegado los tiempos del 2.0, que fueron abriendo el camino a la eclosión de las redes sociales hace apenas cuatro años.

Montarnos en este tren supersónico es algo inevitable y subirse en marcha, cada vez, será más difícil. Ahora bien, cuál es el papel que juega Internet en el día a día, dentro de nuestro mundo (arquitectura – arquitectos – ciudad – ciudadanía) es una pregunta que nos quisiéramos hacer hoy, para ver qué podemos sacar en claro.

Vemos que se ha producido una evolución en la que el saber ha pasado de ser privilegio de unos pocos, a convertirse en un “objeto de consumo masivo” (pero en una sola dirección) para finalmente poder ser “socializado” de manera generalizada. De hecho, a día de hoy, tenemos delante de nuestras narices una nueva era en la que, como bien explica Juan Freire, podemos aprovechar toda la información y convertirla en una inteligencia colectiva que hibride el “mundo analógico” con el mundo digital. Las redes sociales no son un fin es sí mismas sino una manera de complementar y potenciar los lazos que se forjan fueran del entorno online. Esta “sociedad red” debe apostar por la innovación tecnológica, organizativa y, por supuesto, social. Lo local cada vez adquiere más relevancia gracias a Internet, llegando a “potenciar el sentimiento de pertenencia e interrelación”.

Ya no es buena idea seguir pensando en términos 1.0, “proteger mi conocimiento, no insertarme en redes que no controlo, no dialogar con mi entorno fueron buenas ideas en el pasado, pero son pésimas estrategias en la actualidad. Pasamos de un mundo del genio individual y de la obra como producto final a otro en que la creación es colaborativa, y debemos prestar tanta o más atención al proceso que al producto.”

Y este punto creemos que es la clave. Se lleva hablando muchos años de participación ciudadana y, allá por los setenta y ochenta, se hicieron grandes gestas, pero durante los noventa y principios del siglo XX, se ha tergiversado la idea misma de participación. Incluir al ciudadano en las decisiones no ha dejado de ser un mero mecanismo de venta política, que no hace sino calmar algunas conciencias y acallar más de una voz.

Pero a día de hoy, y gracias a todo el movimiento que se ha generado en torno al #15M y la #democraciarealya que hace poco analizábamos en nuestro artículo  “Por una ciudad que exija un #urbanismorealya”, se están encontrando nuevos mecanismos que, realmente, meten en juego a toda la sociedad.

Ahora, con la levantada de las acampadas y la lógica pérdida del “punch” inicial,llega un momento de transición en el que la comunicación en la red y la capacidad que tengamos de crear verdaderas ágoras digitales hará mantener viva la energía de pasados momentos para que, tarde o temprano, se vuelvan a tomar las calles de una manera, seguramente, mucho más potente e, incluso, más efectiva. Durante este tiempo, los técnicos quizás tengamos un papel nuevo que jugar  si somos capaces de que la sociedad nos vea como unos auténticos “facilitadores” de procesos. Es importante que no pensemos que somos necesarios por tener un título, sino que nuestros servicios sean reclamados para acortar la distancia entre quienes toman las decisiones y quienes demandan un nuevo rumbo para la sociedad.

Por ello, creemos que, si aprovechamos las nuevas plataformas de comunicación que nos brinda la red, quizás obtengamos resultados sorprendes en poco tiempo. Es fundamental que los arquitectos generen una arquitectura que implique al ciudadano. Si no somos capaces de captar la esencia de nuestra sociedad, seguiremos proyectando frías y duras arquitecturas. Pensamos que, no estaría de más seguir el ejemplo del  catedrático en filosofía Peter Sloterdeijk cuando dice que le gustaría compararse como un piano que, “de repente, empieza a tocar por sí solo. Un piano automático del espíritu del tiempo. Recibo fácilmente los tonos, pero no por ello dejo de realizar una criba bastante estricta”. Sin embargo, parece que los arquitectos seguimos sin dejarnos contagiar por el “espíritu de nuestro tiempo”.

Estamos convencidos que, si queremos comunicarnos mínimamente entre arquitectos y el ciudadano de pie, tendremos que pararnos a entender unos cuantos conceptos, que por elementales no dejan de ser cruciales.

En el prestigioso libro “Manual de relaciones públicas eficaces”, puede leerse “el mito de la comunicación sugiere que remitir un mensaje es lo mismo que comunicar un mensaje. En el fondo, se confunde la comunicación con la difusión”.

Es decir, que si seguimos confundiendo los conceptos será más complicado entablar ese necesario diálogo. En la misma publicación se rescata la cita deWilbur Schramm que viene a decir, “la comunicación humana es algo que no tiene vida propia. No hay magia en ella, salvo la que la gente involucrada en la relación le confiere. Un mensaje no tiene significado, excepto el que le dan las personas.Por lo tanto, cuando se estudia comunicación se estudia a la gente, la relación con los demás, influenciar y ser influenciado, informar y ser informado.” Así que, no tiene mucho sentido que los arquitectos sigamos encerrados bajo un caparazón mientras que sacamos brillo a nuestro supuesto conocimiento. Debemos salir a la calle para, buscar los mejores canales para difundir nuestro mensaje, aprender a comunicar para qué servimos (y qué hemos venido haciendo durante estos últimos años) y, sobre todo, relacionarnos sin distancia con el común de los mortales. Seguir sacando el lápiz 6H para hacer nuestros geniales dibujos cuando intentamos explicar nuestras ideas, en muchos casos, no  hace otra cosa que  marcar una distancia innecesaria. Creemos que es importante cambiar el “Yo arquitecto, os enseño a vosotros cómo se han de hacer las cosas” por “voy a intentar como arquitecto y con vuestra ayuda facilitar que vuestros sueños y necesidades se hagan realidad”.  Se trata de bajarnos de nuestra peana y aprender los unos de los otros. Si hacemos, realmente, bien esta tarea y aplacamos nuestro potente ego, podremos sentar nuevas bases de comunicación.

(Lee el artículo completo en LA CIUDAD VIVA)