Me obligo a no pensar en lo rápido que pasa el tiempo, aunque no lo consigo... Parece que fue ayer cuando la Marimorena vino a vernos ande que te ande, que mi abuela cayó enferma, y que todos supimos que había emprendido un viaje sin retorno... Que decidí hacer frente a mis fantasmas, y que saqué fuerzas de la chistera para dar una última oportunidad a mi cuerpo, suplicando una respuesta a las preguntas que le he planteado insistentemente en los últimos cinco años...
No puedo pasar página sin saber que he agotado el último cartucho... Guardo la esperanza donde no pueda verla, y mantengo la mirada fija, al frente, mientras avanzo... A veces, con pasos de gigante, otras, de puntillas... Pero siempre, sin volver la vista atrás, obligándome a aceptar el final de la que será, porque tiene que serlo, una nueva etapa en nuestras vidas...
Aún confío, porque puedo seguir soñando... Y me esfuerzo por soñar, con un final definitivo que abra paso a un principio contundente... Cuando pienso que se aproxima el final del principio, y no puedo evitar sentirme tremendamente pequeña, me animo pensando en la descomunal valentía de mi abuela en sus últimos días... Y la sorprendente fuerza con la que se aferraba a mi jersey en esos instantes tristes, con sus manos de largos dedos idénticos a los míos... Reclamando sumar una caricia o un beso en ese cutis de terciopelo, que ni el trabajo duro del campo, ni los años, pudieron nunca arrebatarle. Aspirando el aroma del perfume que impregnaba el fular de mi tío. Sonriendo, antes de entrar en un sueño cada vez más profundo, acunada por nanas de días felices, cantadas al oído por los nietos...
Y cuando un tremendo cansancio le arrebató el cuerpo y el miedo de quien ha agotado todas sus oportunidades se le instaló definitivamente en los ojos, ella lo volvió a dar todo, para hacerse entender por última vez y pronunciar alto y claro las palabras clave "Os quiero mucho a todos, permaneced siempre juntos"...
Y desde entonces, se que la primavera de una forma u otra, acabará llamando a mi puerta... La espero, como los últimos días de invierno de mi abuela, cargada de un montón de estadísticas que a priori no nos favorecen... Pero con una maravillosa lección de vida para poner en práctica "como burlar al auténtico miedo a base de preservar el tacto de los que más quieres"
Fotografía: Cosas de Palmichula
Y cuando lo perdido pesaba en el corazón como una losa, ese frío jueves de invierno, se empeñó en recompensarla, diciéndole adiós con un agradecido sol de pura primaveray un buen puñado de gerberas rosas…
Fotografías Vivienda: Vicky´s Blog