El oro
El oro ha sido sinónimo de riqueza en toda la historia de la civilización humana, y quizá fue el primer metal elemental conocido por el hombre gracias a su baja reactividad química, lo que significa que se puede encontrarse de forma natural sin combinarse con otros elementos. Su atractivo se debe, en parte, a su color dorado que es casi único entre los metales elementales (sólo el cesio con un punto de fusión de 28C también puede tener un tono dorado). Pero para entender la coloración del oro, tenemos que hablar de electrones.
Los electrones que se organizan en regiones del espacio llamadas orbitales atómicas, las cuales pueden tener diversas energías (indicadas por un número) y diversas formas (denominadas por una letra).
Los colores de los metales se deben a las altas transiciones de energía de los electrones en las zonas orbitales atómicas del átomo, esto es el resultado de la absorción de ciertas longitudes de onda de la luz. Por ejemplo, en la plata las longitudes de onda de la luz que absorbe están en la porción ultravioleta del espectro y como tal no le dan un tono perceptible, por lo que toda la parte visible del espectro se refleja.
Sin embargo, en el oro gracias al elevado número de protones en el núcleo, los electrones del átomo se mueven a una velocidad proporcionalmente significativa a la velocidad de la luz. Esto significa que tenemos que tener en cuenta la teoría de la relatividad de Einstein.
La masa de los electrones que se mueven a esta velocidad es mayor que la de un electrón en reposo, dando como resultado la contracción de los tamaños de las orbitales atómicas. Para el oro, esta contracción significa que la diferencia de energía entre sus dos mayores orbitales atómicas (subniveles 5d y 6s) es equivalente a la de la luz azul. Por lo tanto, los electrones absorben la luz azul y violeta, reflejando longitudes de onda roja y anaranjada, generando el color dorado.
El incienso
A pesar de que el incienso aún se utiliza, ahora somos menos consientes de su uso e importancia. El incienso o olíbano es una resina obtenida a partir de árboles del género Boswellia y tiene una apariencia de color amarillo pálido. Su principal uso, como su nombre indica, es como incienso (humo aromático) aunque también tiene usos en la perfumería. Cuando se usa como incienso, un número de compuestos contribuyen al aroma. Un porcentaje significativo de la resina se compone de compuestos llamados ácidos "boswélicos"; sin embargo, estos no contribuyen al olor ya que son demasiado pesados para convertirse en componentes volátiles. Pero además de estos compuestos, están presentes en el humo una gama de diferentes compuestos: acetato de octilo, octanol y diversos terpenos o isoprenoides, identificados como los contribuyentes del aroma.
Además de contribuir al olor, el acetato “inciensola” puede contribuir a otros aspectos: una investigación en ratones sugiere que podría tener efectos anti-ansiedad y anti-depresión. Aunque los efectos del olíbano en los seres humanos no se han estudiado, se cree que este hallazgo podría tener relación con el hecho de que la quema de incienso es una práctica común en diversas religiones.
La mirra
La mirra es quizás la menos conocida de las tres sustancias. Al igual que el incienso, también es una resina, pero esta se obtiene de los árboles del género “Commiphora”, por lo que tiene una coloración rojo-marrón.
En el antiguo Egipto, la mirra se utilizaba como parte del proceso de embalsamamiento; sin embargo, se puede utilizar tanto como incienso o perfume. Asimismo, se ha utilizado en la medicina tradicional durante siglos, y aún se usa como ingrediente en algunas pastas de dientes y enjuagues bucales debido a sus propiedades antisépticas. Su olor es en gran parte a la presencia de un número de compuestos de la familia “furanosesquiterpenes” (furanoeudesma-1,3-diene) que contribuyen al aroma a maderas dulces.
mirra pueden tener propiedades anti-inflamatorias, pero al igual que en el incienso, no existen estudios en seres humanos que demuestren dichas afirmaciones.