El concepto de Internet de las cosas fue propuesto por Kevin Ashton del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) en 1999. En un mundo ideal, cada objeto estaría conectado a Internet y tendría una IP específica con dispositivos de identificación y sabríamos exactamente la ubicación, rendimiento, si está prendido o apagado, estadísticas de uso y toda la información que podamos obtener. Además podríamos darle instrucciones para que realice diversas acciones, como decirle a nuestra cafetera que comience a moler el café a cierta hora y así sucesivamente. Se calcula que en 2020, entre 22,000 y 50,000 millones de dispositivos se conectarán a Internet con el fin de proporcionar a los usuarios una serie de servicios y aplicaciones inteligentes sin precedentes.
El Internet de las cosas presenta retos culturales y tecnológicos. Llega para quedarse y cambiar los procesos no solo de las empresas como tal a la hora de automatizar los sistemas de producción, también en nuestra vida cotidiana. Uno de los grandes retos que trae este sistema es el tema de la seguridad. Dada la infraestructura que trae este tipo de tecnología puede ser vulnerable a robo de datos tanto personales como industriales, virus u otros ataques. Lo importante es crear las herramientas de protección necesarias como el cifrado de datos, mejores medidas de autenticación de los usuarios, IPS estandarizadas y probadas para garantizar la seguridad de los usuarios ante estos nuevos cambios, una tarea difícil más no imposible.
C.