¿Qué es el sentimiento de culpa? ¿Y la responsabilidad?

Por Clotilde Sarrió Arnandis @Gestalt_VLC

El sentimiento de culpa puede ser una tela de araña en la que en algún momento podemos sentirnos atrapados. ¿Qué diferencia existe entre la culpa y la responsabilidad? ¿Qué papel desempeña la vergüenza?

¿Qué es el sentimiento de culpa?

La culpa es una emoción compleja de tipo moral que surge de la creencia o sensación de haber transgredido las normas éticas personales o sociales, cuando de la acción u omisión en la conducta de una persona se ocasiona un daño a otra.

El sentimiento de culpa genera gran malestar, y puede ser consecuencia de conductas o acciones tanto presentes como pasadas o futuras. Por ejemplo:

  • Adoptar una posición defensiva frente a alguien que haga una alusión a una conducta que nos produzca vergüenza.
  • Frente al recuerdo de una conducta, tanto si se realizó como si sólo se planteó llevarla a cabo.
  • Sentir la obligación de justificar determinadas acciones que todavía no se han realizado.

Tipos de culpa

La culpa, como cualquier otra emoción, cumple una función adaptativa, sin embargo puede volverse desadaptativa o disfuncional cuando se trata de una respuesta emocional basada en una historia de aprendizaje.

Vamos a ver estos diferentes tipos de culpa.

  • La culpa neurótica.

La culpa neurótica es la culpa no saludable, negativa, desadaptativa  o patológica. Este tipo de culpa fue analizada por Freud describiéndola como irracional y con componentes ansioso-agresivos.

Según Freud, los sentimientos de culpa aparecen muy pronto en el niño hacia el final de su primer año de vida. En esa etapa de la infancia, la culpa es la angustia que el niño siente al realizar algo que se opone a las normas o los deseos de los padres, motivo por el que  cree que perderá el amor de sus progenitores.

Como consecuencia de introyectar los valores paternos, alrededor de los 4-5 años surge en el niño una pequeña conciencia moral (la voz de los padres introyectada). En ese momento el sentimiento de culpa se desdobla: por un lado el niño sentirá angustia frente a la autoridad externa (de los padres o cualquier otra autoridad), y por otro será su propia conciencia la que le genere una angustia en ocasiones más severa que la de la autoridad externa.

La culpa neurótica suelen ir acompañada de sentimientos de rabia, enfado, tristeza, impotencia o frustración. Son los componentes ansioso-agresivos a los que Freud hacia referencia.

  • La culpa empática.

Los trabajos de Martin L. Hoffman giran entorno al desarrollo de la empatía y su relación con el desarrollo moral.

Hoffman se centra en un peculiar tipo culpa a la que denomina “verdadera” o “interpersonal” distinguiéndola así de la culpa neurótica freudiana.

Se trata de una culpa conectada con la empatía en una relación interpersonal. Es el sentimiento de culpa de la persona que empatiza con el sufrimiento del otro hasta el extremo de percibirse como responsable de dicho sufrimiento. Es decir, la persona transforma su experiencia empática en sentimiento de culpa.

La culpa empática es un sentimiento de culpa positivo o adaptativo, ya que predispone a la reparación de la falta cometida, al mismo tiempo que lleva a la persona a reflexionar sobre sus valores, a hacer un replanteamiento de sus prioridades, y también a la decisión de actuar de un modo menos egoísta y teniendo en cuenta a los demás, en el futuro.

  • La culpa generada por la transgresión de los propios valores

Es una culpa considerada también positiva. Podríamos decir que es una culpa “racional”, con un componente menos emocional y en ocasiones poco percibida, por lo que resulta menos molesta ya que puede pasar desapercibida con  mayor facilidad.

Este sentimiento de culpa aparece cuando la persona es consciente de haber actuado de una manera determinada, contradiciendo sus propios valores y no los valores inconscientes introyectados en la infancia temprana.

¿Cómo actuar frente al sentimiento de culpa?

 1- Cuando se trata de una culpa neurótica, se podrá actuar de dos posibles maneras:

  • Evaluando racionalmente el hecho o acto que ocasiona el sentimiento de culpa. Esto permite ser conscientes de que tal sentimiento pueda ser irracional y sin justificación alguna.

Podrá atenuarse la culpa cuando se deja de considerar un acto como moralmente “malo” en sí mismo, y contemplarlo sólo como un elemento que forma parte de la libertad personal, algo que no perjudica ni daña a nadie.

Un ejemplo podemos encontrarlos en los hombres y mujeres homosexuales que en un pasado tristemente reciente, experimentaron fuertes sentimientos de culpa y vergüenza debida a la orientación sexual de sus deseos. En la actualidad, gracias a la lucha a favor de los derechos del colectivo LGTBI se ha erradicado el estigma de “perversión”, “vicio”, “enfermedad” o “pecado” para estas personas con unos derechos incuestionables y amparados por la legislación de la mayoría de los países.

  • Evaluando racionalmente la propia responsabilidad del hecho o acto cometido con las siguientes preguntas: ¿Lo que hago es realmente “malo”?, ¿Justifica que me sienta culpable por ello?, ¿Hasta qué punto soy responsable de ello?.

2- Cuando se trata de la culpa empática o positiva, hay que tener en cuenta que:

  • La culpa puede estar generada por la empatía con el sufrimiento que hemos causado en otros tanto por acción u omisión.

Si por unos momentos reflexionamos y somos conscientes de cómo pueden afectar nuestros actos a otra persona, será bastante difícil que podamos permanecer indiferentes frente al sufrimiento del otro.

Como dejé patente en un articulo anterior: «Cometer un error no es una tragedia, sí lo es culpar a otros del propio error». Debemos asumir la responsabilidad implícita inherente a nuestros actos, reparando en la medida de lo posible en el daño causado.

3- Cuando la culpa es debida a actos que contradicen los propios valores.

  • Puede suceder por un lado, que estos valores carezcan de la carga afectiva que permiten que dichos valores sean capaces de controlar la conducta. También, por otro lado, pese a que tales valores sean fuertes y con una carga emocional, en ocasiones llevarlos a la práctica no resultará ser nada sencillo. Se trata de que dichos valores nos importen hasta el punto de estar dispuestos a hacer algo por ellos.
  • Resulta conveniente asumir algo que en muchas ocasiones no se tiene en cuenta, y es que una determinada acción o conducta no tiene por qué ser del agrado de todo el mundo y esto lleva implícitos unos costes. Uno de los costes más gravosos es el que conlleva el aislamiento y rechazo por parte de los demás.

¿Es lo mismo culpa que responsabilidad?

La culpa y la responsabilidad se encuentran estrechamente relacionadas, de tal modo que pueden llegar a ser partícipes la una de la otra. Es decir, una persona puede asumir una determinada responsabilidad sin sentirse culpable y, al contrario, puede aceptar la culpa pero sin sentir la responsabilidad por las consecuencias de sus acciones.

La responsabilidad, en la mayoría de las ocasiones, responde a cuestiones éticas y morales.

La responsabilidad es la capacidad de responder o de hacerse cargo de las consecuencias de determinadas acciones elegidas y decididas con libertad.

La responsabilidad implica al mismo tiempo, emprender todas aquellas acciones reparadoras implícitas en las consecuencias de actos causantes de daño o perjuicio a otro. Es decir, tener la capacidad de responder de las propias acciones, reparando el daño causado aunque no haya habido intencionalidad en el hecho o acción.

Similitudes entre culpa y vergüenza

La culpa y la vergüenza son dos sentimientos que con frecuencia se confunden e incluso se solapan. Ambos son sentimientos sociales que tienen en común el miedo al castigo o la exclusión social.

Tanto la culpa como la vergüenza hacen su aparición en el niño alrededor de los 2-3 años, cuando éste comienza a tener sentido de su propia individualidad y la autoconciencia hace acto de presencia.

Ambos sentimientos están al servicio de la regulación y preservación de vínculos relacionales.

En la culpa y en la vergüenza se encuentra presente la mirada del otro. Si no estuviera presente la mirada del otro, no existiría el sentimiento de culpa ni el de vergüenza. El otro aparece frente a nosotros como observador de la infracción en la culpa y como observador o testigo de la humillación en la vergüenza.

El sentimiento de culpa se vive con mayor intensidad en las personas introvertidas y con rasgos obsesivos.

Teniendo en cuenta la teoría del apego de Bowlby, la autoimagen se construye en base a las experiencias primigenias con las figuras de apego. A partir de estas experiencias relacionales tempranas con las figuras de apego, el niño interioriza (introyecta) una imagen propia de su valía personal o de ser merecedor de cariño, construyendo así una autoimagen positiva. En caso contrario, si el niño en la relación con sus figuras de apego ha sido objeto de maltrato, traición o humillación, construirá una autoimagen negativa de no ser merecedor de cariño, de ser malo, de ser defectuoso y de ser susceptible a ser abandonado.

Las experiencias tempranas con las figuras de apego, permiten el desarrollo de una imagen o percepción de sí mismo, primero en el niño y más tarde en el adulto, de que como persona se carece de valor para ser querido.

Muchos trastornos de personalidad comparten la incertidumbre o duda de ser o no ser una persona valiosa para el otro.

La vergüenza, fundamentalmente se desarrolla frente a personas que son importantes para uno mismo, es decir, con las personas con las que se ha creado un vínculo. La vergüenza se hace presente con mayor virulencia, sobre todo ante aquellas personas con las que se ha construido una verdadera relación de confianza.

La vergüenza aparece cuando hay una discordancia entre la imagen proyectada pública que uno desea ofrecer, y la imagen proyectada que no cuenta con la aprobación por parte de los demás.

Diferencias entre culpa y vergüenza

Culpa

  • La culpa lleva implícita la introyección de una serie de mandatos o creencias trasmitidas por los padres o por algún otro tipo de autoridad (por ejemplo maestros).
  • También implica el sentir que se tiene que pagar por haber causado un daño o perjuicio a otro, o haber trasgredido una norma ética, personal o social.
  • En la culpa se encuentra presente a la mirada acusatoria del otro al que se le ha causado un daño o perjuicio.
  • El miedo existente en la culpa se debe fundamentalmente al castigo o a la venganza del otro.

Vergüenza

  • La vergüenza es una emoción que se encuentra íntimamente relacionada con la propia valía de uno mismo como persona. Va asociada al miedo a la valoración negativa de los demás.
  • Se encuentra relacionada con la mirada social.
  • La vergüenza predispone a retraerse o esconderse a fin de que los fallos y faltas personales no queden expuestos.
  • En la vergüenza hay miedo a la humillación, a la exclusión social y a la pérdida de reputación.

Clotilde Sarrió – Terapia Gestalt Valencia

Bibliografia:

– Bowlby, J. (1999). Vínculos afectivos: formación, desarrollo y pérdida. Madrid: Morata.

– Castilla del Pino, C. (2000). Teoría de los sentimientos. Barcelona: Tusquets.

–  Castilla del Pino, C. (2009). Conductas y actitudes. Barcelona: Tusquets.

–  Cyrulnik, B. (2011). Morirse de vergüenza. El miedo a la mirada del otro. Barcelona: Debate.

–  Greenberg, L.S. y Paivio, S.C. (1997). Trabajar con las emociones en psicoterapia. Barcelona: Paidós.

Este artículo está escrito por Clotilde Sarrió Arnandis y se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España

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