Los dos síntomas principales que produce la artrosis cervical son el dolor en el cuello, localizado en la parte posterior del mismo, que en ocasiones se extiende a la parte posterior de la cabeza o a ambos hombros, y la limitación o dificultad para mover el cuello.
El dolor aumenta con la actividad y los movimientos del cuello, cediendo o al menos disminuyendo parcialmente su intensidad cuando se mantiene el reposo.
El diagnóstico de la artrosis cervical es sencillo y se basa en la historia clínica que efectúa el médico al paciente, con el interrogatorio sobre los síntomas que padece, y la exploración física del cuello. Esto se complementa con la práctica de una radiografía de la columna cervical, en la que el médico puede apreciar la existencia de los signos típicos de artrosis, que confirman el diagnóstico.