La sal persa está formada por cristales grandes y crujientes con un alto grado de salinidad, en torno a un 13%, tanto así que al contacto con la lengua nos provoca una sensación de picor inicialmente que desaparece de forma inmediata para dar lugar a una textura suave y sabor sutil, se disuelve con mucha facilidad en el paladar y tiene un recuerdo cítrico. Los reflejos de los cristales azules sobre los blancos la convierten en una sal con un atractivo visual único, ideal para colocar en crudo sobre carnes blancas como aves o pescados para resaltar su color, además sus múltiples usos culinarios como en ensaladas, con o trufa, con mariscos, en carpaccios, con frutas, para potenciar su sabor y dar un toque de exotismo, así como en postres ya que mezclada con chocolate o caramelo, queda sensacional, así como también en la coctelería.
Esta sal sin duda es una de las más raras y antiguas del mundo, además, es de las más puras ya que en su origen la contaminación es prácticamente nula, es por esto que es reconocida como una de las sales más limpias, su exótico color azul, sus diversas propiedades culinarias y debido a su explotación limitada a poco más de 100 toneladas al año para todo el mundo la convierten en una sal exclusiva y una de las más apreciadas del planeta. También podrás encontrarla en el mercado en distintos formatos de grosor que van desde 0,7 mm hasta trozos con 5 cm y con los nombres de sal índigo, sal persa o sal de zafiro.