El Festival Sons del Món. Vi&Música a l'Empordà me propuso hace unos días una emoción. Presentaban la programación de este verano: quieren potenciar la relación entre el vino y la música (quién no quiere intentar resolver esa ecuación tan difícil...) en lugares de privilegio del patrimonio arquitectónico del Empordà. Roger Viusà les había propuesto una serie de músicos y bandas que, en su opinión, armonizaban bien con algunos de los vinos de la DO Empordà que se querían presentar. La presentación en Barcelona la hicieron Anna Vicens (foto inferior) en compañía de Joan Dausà y los Blaumut. Buen ambiente entre todos y mucha complicidad. Sonaron músicas y se bebieron vinos. Dausà y "Jo mai mai" con Blanc dels Aspres crianza 2012. Blaumut y "Pa amb oli i sal" con Mas Oller Blau 2012.
Hasta que llegó Luz, saltó la chispa y surgió ese momento mágico en que la abstracción absoluta de una música (el concepto lo propuso Vassil, violinista de Blaumut) y los sentimientos que te inspira un vino encajan como las dos piezas de un anillo roto hace miles de años. Reconocimiento. Sentimiento. Emoción. Luz Casal armonizaba con Cartesius blanc 2012 del Celler Arché Pagés y Anna iba explicando, casi en un susurro que nos envolvía, cómo Luz y Cartesius son un homenaje a la resistencia, a la superación de los tiempos difíciles. Tanto para Luz como para la garnacha blanca, que vuelven a vivir momentos brillantes. Elegancia. Sensualidad. Madurez. Luz canta siempre desde las entrañas a las entrañas. Cartesius 2012 muestra ya una profundidad y unos aromas impropios de cepas tan jóvenes. Ambos son fuerza, son vitalidad, son energía. Y al mismo tiempo, te ofrecen todo envuelto en pañuelo de seda, con ternura, con suavidad, con calidez. La abstracción. La emoción. Por fin alguien me explicaba a qué sabía una música, a qué sonaba un vino. Hagan ustedes la prueba con esta canción y el vino que me propusieron. Luz canta el 27 de julio en Roses, allí donde la tierra nació del mar.