Ahora sólo quedan los lamentos.
No vamos a ser tan osados como para pretender ofrecer recetas o soluciones a situaciones tan dramáticas y, a la vez, tan complejas. Una simplificación puede ser considerar el terrorismo y la participación de individuos jóvenes como cualquier otra desgraciada deriva delincuencial de post-adolescentes. Muchas de ellas contienen un germen de autodestrucción propiciado por un aislamiento de la sociedad y de un menosprecio de los valores de convivencia más elementales. Tal sucede con el consumo de drogas, especialmente las menos recreativas y más adictivas que, además, por la ilegalidad, conducen a la marginación y como consecuencia del tráfico, al crimen o al suicidio más o menos disfrazado de sobredosis.
Tampoco se puede incluir el terrorismo entre los fenómenos de vinculación dependiente como a las sectas destructivas. Aunque la metodologia de captación y el enredo de la adscripción, exclusión social y marginación pueden ser similares, los objetivos o propósitos suelen quedar reducidos al ámbito más próximo.
El terrorismo sectario contiene algunos de esos elementos de clandestinidad, dependència y autonegación, pero y sobre todo, el propósito es la destrucción de otros, su muerte y aniquilación en aras de unos objetivos casi siempre desdibujados, situados en un universo del más allá trascendente.
Si un hijo “sale” terrorista, de la clase que se está produciendo actualmente con un substrato religioso islamista, probablemente ya haya poco que hacer porque la manifestación suele anteceder muy poco a la muerte.
La prevención puede encontrarse en la educación en valores trascendentales como el respeto a la vida humana, el respeto a los otros, a la diversidad y pruralidad social, política o religiosa. La educación en la tolerancia, la generosidad, en la evitación de las discriminaciones cualquiera que sean sus motivos: raza, sexo, ideas, creencias, orígenes o culturas. La del respeto a la libertad, tanto la propia como la de los demás que es, en realidad, donde comienza la propia. Tal es una tarea que nos incumbe a todos.
X. Allué