En el núcleo de todas las células se encuentra el ADN. Gran parte de ese ADN no tiene función conocida, una parte tiene función estructural y solo una pequeña fracción de ese ADN contiene la información genética que será transcrita en ARN y luego en su mayoría traducida en proteínas, que son las currantes de la célula. A las secuencias de ADN que contienen estos segmentos de información les llamamos genes y como todo en esta vida, para saber cual es cual no hay mejor forma que ponerle un nombre. Lo más gracioso es que los científicos, tan dados a normativas y restricciones, no tienen ninguna norma general para nombrar a los genes. La gente que estudia cada organismo ha desarrollado sus normas propias, que cambian de organismo a organismo. En las bacterias, que ni siquiera tienen núcleo, los genes aparecen agrupados en unas estructuras llamadas operones, de forma que cuando se identifica un operón se utilizan tres letras, medianamente descriptivas y una letra que normalmente define el orden que ocupa en la cadena de ADN. De esta forma los genes encargados de la degradación de la lactosa en al bacteria E. coli se llaman LacA, LacB y LacC. El tema de la nomenclatura se complica a medida que ascendemos en la escala evolutiva. En levadura se intentó un criterio parecido a las tres letras, pero aquí en vez de una letra en mayúscula para indicar el orden se utiliza un número. Número que no indica orden por que lo de los operones es propio de bacterias. El número puede tener diferentes significados, que explicaré en otro post. Las tres letras se suponen que deben ser descriptivas de su función. Por ejemplo, el gen que codifica la proteína que es inhibida por la droga rapamicina es lógico llamarle TOR por las iniciales de “diana de rapamicina” en inglés. Un gen que confiere resistencia a estrés por ácido se le llama WAR, por las iniciales de resistencia a estrés ácido en inglés, aunque ya hay medio chiste hecho por que también significa guerra. Y si, lo de meter chistes o juegos de palabras en los nombres de los genes es la única norma que parecen seguir en casi todos los organismos. Por ejemplo los genes AVO codifican proteínas que interacciona con TOR y se supone que es una abreviatura de “se adhiere vorazmente a TOR”, pero realmente es la marca de puros que consumían en el laboratorio en las celebraciones. Tampoco es frecuente que un científico utilice su nombre para bautizar un gen, pero aquí también se puede trampear. Conozco un caso en el que la abreviatura de algo muy técnico coincide sospechosamente con las letras iniciales del nombre de pila de la descubridora. También el criterio de la utilización de mayúsculas o minúsculas, cursiva etc, cambia en cada organismo. Un gen de bacterias llevara la primera y la letra que indica el orden en mayúsculas y el resto en minúsculas. Un gen de levadura irá en mayúsculas y en cursiva, y si te refieres a una estirpe de levadura mutante para dicho gen, en minúsculas y en cursiva. Si te refieres a la proteína que codifica en mayúsculas y sin cursiva, o la primera en mayúsculas y una “p” al final.
Arabidopsis thaliana, con medio panteón griego y algún dulce en su genoma
Hasta aquí todo se había mantenido más o menos en un límite de contención, hasta que pasamos a organismos superiores. En plantas la veda la abrieron la gente que buscaba mutantes de desarrollo. En un principio la tendencia era a ser descriptivos y hay que considerar que en levadura hay aproximadamente 6.000 genes, pero la planta modelo más estudiada tiene aproximadamente 30.000 por lo que tres letras se antojaban pocas. La tendencia era que el gen fuera un descripción de una palabra de lo que pasaba cuando fallaba dicho gen. Así un gen que cuando fallaba producía una planta cuyas flores no tenían pétalos se llamó LEAFY (hojoso) uno que producía esterilidad agamous, y otro que solo tenía estambres en la flor SUPERMAN. Esto abrió la veda al cachondeito. En el genoma de la planta modelo Arabidopsis thaliana tenemos genes con nombres mitológicos (MEDEA, DEMETER), de razas humanas (ESKIMO,y si, tiene que ver con tolerancia a frío) e incluso dulces típicos italianos como PASTICCINO. No obstante si los que trabajan en plantas son graciosillos, los de animales no se quedan atrás, al contrario, les sacan varios cuerpos de ventaja. Así un gen que cuando fallaba provocaba que los embriones tuvieran un aspecto espinoso fue llamado HEDGEHOG (puercoespín), luego, cuando se encontró un gen relacionado se llamo Sonic… por el video juego. Así tenemos genes humanos que se llaman POKEMON*, DREADLOCKS (rastas). Aunque la comunidad más famosa por el chascarrillo génico es la que trabaja con la mosca del vinagre Drosophila melanogaster. Hay un gen que se llama CHEAP DATE (ligue barato) por que los mutantes no toleran el alcohol, otro que se llama COITUS INTERRUPTUS por que la cópula dura un 40% menos. La lista completa es desternillante. Se puede consultar aquí.
Drosophila, más chistes que genes en su genoma
Y con este post participo en la IX edición del carnaval de Biología que se hospeda en el blog "La ciencia de la vida", de Biogeocarlos.Y también en la XI edición del carnaval de Química que se aloja en el blog "La aventura de la ciencia" * Me apunta Manuel Collado, del Blog fuente de la eterna juventud, que Nintendo obligó a cambiar el nombre. Por lo visto no le hizo gracia que se asociara a su compañía con un Oncogen. El gen Velcro corrió la misma suerte, pero Sonic the Hedgehog se salvó. Aquí está la historia.Compartir