La nariz es particularmente vulnerable a las hemorragias por la gran cantidad de vasos sanguíneos que contiene. La epistaxis o hemorragia nasal, es la pérdida de sangre por las membranas mucosas que recubren la nariz. La gran mayoría de hemorragias nasales están asociadas con lesiones nasales menores o con la gripe común.
Las hemorragias nasales son más frecuentes durante el invierno, cuando los virus son comunes y el aire caliente de las áreas internas de casas con calefacción seca las fosas nasales. Una casa más fresca y un vaporizador para regresarle la humedad al aire ayudan a las personas que sufren de hemorragias nasales frecuentes.
La mayoría de las hemorragias nasales ocurren en la punta del tabique nasal, el cual contiene muchos vasos sanguíneos que son frágiles y se rompen con facilidad, siendo más frecuentes en una fosa nasal. En algunas ocasiones, existe hemorragia nasal después de una lesión en la cabeza ya que puede indicar fractura de cráneo, siendo necesario realizar una radiografía para descartar esta situación.
Los casos de hemorragia nasal constante deben ser valorados por el médico, quien realizará una historia médica y un examen físico. En algunos casos, cuando el sangrado ha sido masivo, el paciente puede presentar signos de shock, bajada de la tensión arterial, palidez, pérdida de conocimiento.
En estos casos se recomienda ayudar a reducir la presión sanguínea y a no tragar sangre, no echar la cabeza hacia atrás, comprimir la nariz con el pulgar e índice y respirar por la boca, manteniendo la presión durante 5 o 10 minutos. En caso de que el sangrado persista, se debe sonar la nariz, intentando expulsar los coágulos de sangre de su interior y colocar un tapón de algodón, mojado en agua oxigenada, en el lado que sangra.
En los casos de hemorragias nasales recurrentes, se debe aplicar un poco de vaselina en las fosas nasales por la noche durante una o dos semanas.