La rosácea es una inflamación de la piel de tipo acneico que aparece sobretodo en el rostro de las mujeres adultas de mayores de 30 años, aunque sus síntomas se manifiestan mucho más agresivos en los pocos hombres que la padecen.
Esta enfermedad de la piel afecta especialmente la piel de las mejillas, nariz y frente. Muchas veces se presenta en personas que sufren otros problemas dermatológicos (acné y seborrea) o, incluso, oculares, como la conjuntivitis. Sus síntomas son muy llamativos ya que empieza con una erupción, un aumento de los vasos sanguíneos y continua con la aparición de varias lesiones en la dermis: máculas, nódulos, pústulas,….
Las causas de la rosácea son completamente desconocidas hasta ahora aunque se barajan varios motivos que pueden explicar científicamente su aparición: infecciones bacterianas, exposiciones al sol, problemas psicosomáticos, trastornos gastrointestinales ( e incluso la ingestión de ciertos alimentos como carbohidratos, bebidas con cafeína y comidas picantes) o alteraciones de los vasos sanguíneos, anomalías de las glándulas sebáceas. También hay que resaltar que está probado médicamente que la rosácea es un problema de la piel con cierto componente genético, pues tiende a heredarse.
El tratamiento de la rosácea incluye algunos productos cosméticos destinados especialmente para pieles sensibles y la administración de antibióticos como el metronidazol y la claritromicina para apaciguar los síntomas de los brotes agudos. En conclusión se puede decir que la rosácea no es una enfermedad grave pero si que se convierte en un problema que acompaña toda la vida a quien lo padece con períodos de más intensidad que pueden resultar extremadamente molestos por la sensación de calor y escozor que los acompaña.