Los lunares, son pequeñas formaciones cutáneas, generalmente de color oscuro, tienen tamaños diversos, pudiendo ser planos, abultados, lisos o verrugosos y en algunos casos crece en ellos pelo, los lunares se desarrollan a partir de melanocitos o células productoras de pigmento de la piel.
Generalmente son de color negro, pardo u oscuro, pero también pueden adoptar el color de la piel.
La mayoría de las personas tienen alrededor de diez a doce lunares, formados durante la adolescencia o la niñez, responden a variaciones de los valores hormonales y, por ello, los lunares pueden tener cambios durante el embarazo, pueden aparecer nuevos, incluso sufrir transformaciones los que ya forman parte de nuestro cuerpo.
Estos no son inofensivos y no tienen que ser extirpados, pero a partir de lunares no cancerosos puede formarse un melanoma maligno.
Los lunares atípicos, son formaciones abultadas o planas de piel oscura mayores que los lunares ordinarios, no son necesariamente redondos y miden más de un centímetro de diámetro. Su color varía desde el tostado hasta el pardo oscuro.
Algunos individuos tienen más de un centenar de lunares atípicos, que pueden continuar apareciendo, incluso, pasada la edad madura; son más frecuentes en las zonas como la cabeza, pecho o nalgas. Esta tendencia a presentar lunares atípicos es hereditaria.
La radiación solar acelera el desarrollo de los lunares atípicos, por ello los pacientes con lunares atípicos deberían evitar la exposición al sol y usar siempre un filtro solarcon un factor de protección 15, que puedan formar una barrera contra los rayos ultravioleta. Aquellas personas con lunares atípicos e historia familiar de melanoma, deberán de tener en cuenta cualquier cambio que pueda indicar melanoma maligno, realizar un examen de piel anualmente y controlar si han existido cambios sutiles, ya sea de tamaño o color y si es así, ser extirpado.