Pero no se había notado nada de nada, ni un poco durante tantos años, en la práctica real del día día.
Eso es malo, muy malo.
Digo yo que se nos tiene que notar, que actuamos con más coherencia, que nuestra palabra de honor tiene el valor que tiene una palabra de honor; que nos comportamos como lo que decimos ser aunque cueste, que cuesta y mucho. Que de nosotrxs se desprende un cierto aroma hecho de ausencia de ego o de presencia de sagrado (que viene a ser lo mismo aunque no sea igual).
Pero puede ser que esté equivocada y que, después de todo, solamente pueda oler a humana, eso sí, empeñada en hacer de nuestro mundo y nuestro tiempo un lugar que no tengamos prisa en abandonar.