Lo primero que tengo que aclarar es que el término “piel sensible” no es un diagnóstico médico, sino que es un concepto de MARKETING.
Es cierto que hay pacientes que consultan por enrojecimiento y escozor de la piel de la cara ante cualquier estímulo, incluso con el agua. Podríamos dividir a estos pacientes en 3 grupos:
- Pacientes con rosácea. - Pacientes con dermatitis atópica. - Pacientes con “Intolerancia a cosméticos”.
Es importante hacer el diagnóstico diferencial ya que el tratamiento es distinto según sea el caso. Los pacientes con rosácea suelen tener enrojecimiento difuso de la cara en relación con cambios de temperatura. En estos pacientes nunca se debe usar la cortisona en crema ya que empeoramos su rosácea. Los pacientes con dermatitis atópica suelen tener descamación en otras partes del cuerpo como el cuero cabelludo o brazos y piernas (flexuras), y suelen tener alergia al polvo o al polen. En estos casos las cortisonas suaves son interesantes de usar de forma prudente. Por último los pacientes con intolerancias a cosméticos desarrollan eccemas y escozor en relación a determinados productos tópicos por lo que es aconsejable que cuantos menos cosméticos usen mejor.
El manejo de estos pacientes es muy difícil. Por lo general no toleran bien ninguna crema que contenga conservantes o perfumes, y algunos no toleran ni la vaselina pura ni las aguas termales. En ocasiones tenemos que recurrir a los corticoides por boca para controlar los brotes de enrojecimiento Suele ser conveniente realizar pruebas de alergia para estar seguros que no hay ninguna alergia asociada al níquel, cosméticos, fragancias, etc.
Este tipo de pacientes lo pasa realmente mal. En ocasiones el proceso genera mucha ansiedad e incluso verdaderas depresiones por lo que el dermatólogo tiene que estar atento a detectar estos cambios psíquicos para poder ayudar e instaurar el tratamiento adecuado.