Seguro que más de dos veces has leído u oído esta palabra de nombre extraño y te has quedado preguntando su significado.
Los betacarotenos son pigmentos vegetales, es decir, colorantes naturales que tiñen de varios colores (por lo general naranja, rojo o amarillo) los vegetales. En realidad se puede decir que son precursores de la vitamina A, puesto que después de ingerirse se transforman en ese tipo de vitamina en nuestro hígado.
Buena definición, estaréis pensando algunos, ¿para qué me sirven esos pigmentos?
Los betacarotenos tienen un sinfín de beneficios en sus propiedades, entre los que podemos citar:
· Frenan la violenta acción de los rayos ultravioleta, por tanto resultan ideales para proteger la piel en las épocas en que el sol castiga más.
· Previenen muchos tipos de cáncer. En especial suponen una barrera natural contra los cánceres de pulmón, estómago y boca.
· Reducen la acción de factores externos como el tabaco, el alcohol o la contaminación de la atmosfera. Esto es debido a que los betacarotenos actúan como antioxidante natural frente a los radicales provenientes de estas agresiones.
· Mantienen el buen estado de la visión.
· Mantienen el correcto estado de los tejidos con mucosa como los intestinos, los pulmones y los genitales.
· También son eficaces en la lucha contra el colesterol “malo”.
Además están especialmente recomendados en el crecimiento de los niños.
¿Dónde puedo hallar los betacarotenos?
Para cubrir las necesidades diarias de estos pigmentos naturales debes consumir a diario frutas frescas y vegetales de hoja verde. Más concretamente, la zanahoria, la lechuga, las espinacas o los tomates suelen ser los que se llevan la palma en cuanto a presencia de betacarotenos entre sus nutrientes.
Si no eres muy “verdulero” también te puedes beneficiar de frutas como la ciruela, la sandía, la naranja, la manzana, el limón o el melón, entre otros muchos ejemplos.