Querido Manolito Gafotas

Por Eltiramilla

Naciste en la radio, pero alguien pensó que tu voz no debía perderse en las ondas. Así llegaste a mi estantería, y lo hiciste cuando yo sólo tenía doce años, la misma edad con la que ahora te desprendes del diminutivo en Mejor Manolo. Tú, Manolito Gafotas, inmortalizado por la pluma de Elvira y el lápiz de Emilio, me supiste conquistar a la primera.

Ansiosa por conocer más sobre ti, te busqué en la biblioteca de mi pueblo, ¿recuerdas? Allí descubrí dos cosas: te sentías como el último mono (¡pobre Manolito!) y no eras consciente del valor de tu charlatanería. ¡Pero si solo un gran conversador como tú hace de la cotidianidad algo que mole!

Cuando cumplí trece años me constaste tus secretos, te atreviste con tus trapos sucios, y poco después me enteré de que andabas on the road, cruzando fronteras. ¡Desde entonces nada se te ha resistido! Te has colado en las salas de cine, en los televisores, ¡incluso en los escenarios!

De veras pensaba que no volvería a verte. Y mira, aquí estás otra vez, a tiempo para ser testigo del pozo en el que se sumerge la sociedad, para demostrar una vez más quién tiene menos pelos en la lengua de todo Carabanchel Alto. Ahora tu pequeño planeta está más patas arriba que nunca: ya no sois sólo tú y el Imbécil, y el agua os llega a los García Moreno hasta la barbilla; pero tu voz sigue siendo la misma, la de ese héroe atemporal con un gran corazón que mira el mundo a través de unas gafas. Gracias por volver y por hacerme sonreír de nuevo, mi querido Manolito. Gracias.