me alegro de que hayáis decidido salir de la caverna. A veces no nos damos ni cuenta, pero estamos todos un poco atados frente a una pared en la que solo hay sombras, y no podemos ni girar la cabeza. Tomamos como verdad esas sombras y no son ciertas.
Asi que ya es hora de ir soltando cadenas y de respirar aire nuevo, el aire de fuera de la caverna. De hecho, te escribo porque voy a ir a verte. A Atenas. No sé si tendremos oportunidad de dialogar, pero sino no te preocupes: puedo hablar hasta con las piedras. Y más si son piedras griegas.
Te mando un beso. Uno de verdad,no de los que se reflejan en la hoguera.
τα λέμε σύντομα