Elena F. Guiral
Mi primer mes de adaptación, con dos mudanzas consecutivas, y la preparación para la licencia de conducir USA además de una Brachial Neuritis poco común de la que quizás escriba en breve y que me sigue dando guerra, me han mantenido fuera de juego en el último mes.
Pero todas las transiciones se acaban y afortunadamente hoy regreso, eso sí, con la inspiración de la inmensidad del océano frente a mi ordenador. Y a pesar de que ya no se trata de un tema de inmediata actualidad, no quería dejar en el tintero el asunto de la miel contaminada con polen transgénico que saltó a la palestra hace unas semanas para compartir con mis seguidores Biotec mi punto de vista sobre este asunto.
¿El origen del problema? Que la Legislación alemana sobre agricultura ecológica prohíbe por ley el uso de plantas o ingredientes procedentes de plantas modificadas genéticamente en la agricultura ecológica. Si el umbral para el etiquetado de alimentos con ingredientes procedentes de semillas modificadas genéticamente es del 0,9% en toda la UE, cuando hablamos de productos ecológicos es del 0,1%.
Lo curioso, o no tan curioso, del caso de Karl Heinz Bablok y sus colegas apicultores alemanes, es ver cómo la prensa ha tratado las conclusiones de la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
Pongamos como ejemplo el artículo publicado por El País con el sugerente título de Golpe judicial a la contaminación transgénica de Monsanto, señalan que a partir de esta sentencia, la miel que haya sido contaminada con polen derivado de un organismo transgénico no podrá comercializarse sin autorización previa… Este punto puede dar a cierta confusión, ya que en el caso de polen derivado de MON 810 estamos hablando de etiquetado, y no de autorización, ya que tanto su cultivo como su consumo son totalmente legales en Europa.
Hablamos ya de otra historia cuando nos referimos a la miel que proceda de importaciones de países que cultiven eventos modificados genéticamente no autorizados por la UE. Parece ser que Argentina cumple los requisitos al 100%. Lógico, porque ya se han encargado las autoridades comunitarias de no cerrar el grifo de la importación a la la soja argentina MG.
En cuanto a China el tema no está tan claro, pero seguramente nuestros avispados, o diríamos abejados exportadores chinos encontrarán la manera de que sus exportaciones no se vean perjudicadas. Vamos, que si yo fuera un productor de miel español tampoco echaría las campanas al vuelo, vamos.
Por otro lado, encuentro bastante inconsistente el argumento esgrimido por Monsanto para que fuera desestimada la demanda de los apicultores alemanes, ya que el hecho de que la aparición de polen procedente de maíz MG no sea intencional no significa que esta no exista y deba cumplir con la normativa de etiquetado comunitaria.
¿Por qué hasta ahora no había sido contemplada la miel en este paquete? Sin demanda o requerimiento de por medio, para que complicarse… Y plantearse a estas alturas de la película, siete años después de la aprobación del Reglamento de Etiquetado de OMGs 1829/2003, si tiene sentido etiquetar alimentos donde no se puede encontrar rastro de ADN modificado genéticamente carece de sentido, la verdad.
El caso, que tanto el ingenuo planteamiento de Monsanto como el ruido mediático del caso, y los más mediáticos aún términos coexistencia y contaminación, han dado de nuevo pábulo a los movimientos antitransgénicos a repetir de nuevo su mensaje de la coexistencia imposible. Cuando ha quedado sobradamente demostrado lo contrario.
Es más, vuelvo a insistir como en anteriores artículos que han sido los propios productores ecológicos comunitarios los que han tratado de poner puertas al polen y se han complicado la vida cuando nadie se lo había pedido con umbrales mínimos de tolerancia a OMGs.
“La sentencia del TJE es una respuesta puramente legalista a las tres preguntas planteadas. Me pregunto cuál habría sido la respuesta si se les hubiera preguntado por el oxígeno emitido por los maíces transgénicos o por una tortilla de patatas comida en el campo bajo la sombra de un árbol sobre la que han volado unos granos de polen de maíz Bt ya que son otros productos que no han sido explícitamente autorizados”. Vamos, que si eres antiagrobiotecnológico, jamás hagas picnic junto a un campo de maíz por si acaso…
Al hilo de la tortilla polinizada, también es conveniente volver a insistir, aunque el tema ya aburra, que el MON 810 es completamente seguro en términos sanitarios, como así lo demostró la EFSA Scientific Opinion MON 88017 x MON 810 (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria), en su momento.
Vamos, que yo sí me comería una tortilla de patata junto a un campo de maíz BT con toda tranquilidad del mundo. Lástima que en Miami capital, como dicen mis niños, no haya maíz, ni pinchos de tortilla en el bar de enfrente… ni OMGs etiquetados. ¿Sobreviviré ante tanta incertidumbre? Por supuesto, mucho más que sin mis pinchos de tortilla del bar de enfrente.
Nota: Como uno es uno y sus circunstancias, no puedo resistir la tentación de compartir con vosotros la impresionante vista que me despierta cada mañana desde mi terraza. Espero que os guste.