No hace tanto tiempo que la restauración se rindió a los baos, tiraditos y ceviches con clara influencia peruana y caribeña; sin olvidar que la influencia asiática no se ha perdido el compás en los restaurantes, no sólo de la alta gastronomía, se han hecho un hueco hoy en día, los tartares, sushis, pokes y gyozas que llegan parece ser que para quedarse en ellas y forman parte de una oferta de la cocina de los grandes y pequeños restaurantes.
La cocina mundial está repleta de clásicos, que van y vienen, que gracias a la globalización viajan de una parte a otra del mundo, que incluso evolucionan en manos de cada cocinero, de cada chef, es un arte vivo, efímero, pero en definitiva no dejar de ser un arte que influye en los comensales.
Sin embargo para mi opinión personal y a pesar de la demanda de las novedosas “fusiones”, técnicas e incluso presentación, la cocina de otros lugares se prodigan demasiado últimamente en detrimento de la cocina tradicional y popular.
Las raíces y costumbres culinarias, se van perdiendo, olvidando, quedando en el baúl de los recuerdos en pro de una cocina más internacional, más vanguardista que llegó para quedarse en ésta Málaga que me apasiona; y también en “Mi Cocina”, tanto real como virtual en la que aunque no dejó atrás las técnicas gastronómicas, los platos tradicionales de la cocina popular malagueña de la que soy y me siento una fiel defensora, también disfruto con los cambios que se producen en éste arte que es la gastronomía.
Pero hay que recordar la frase del gran cocinero Julio Colomer, que como bien dice una vez que pasan las modas gastronómicas, que pasan y seguirán pasando, siempre quedan y nos quedarán nuestras raíces.
Hoy, con un producto que me apasiona: las quisquillas del Mar de Alborán (Desde Gibraltar al Cabo de Gata). Bien sean las quisquillas motrileñas o de La Caleta de Vélez.
Las quisquillas son prácticamente desconocidas fuera de las provincias de Málaga, Granada o Almeria; de hecho, fuera de nuestras costas suelen decir que son camarones grandes (según la RAE camarón y quisquilla son sinónimos).
Es por ello, que me dejo influir totalmente por las tendencias de los grandes chefs a la hora de prepararlas, principalmente crudas, marinadas procurando también seguir la tradición de los antiguos marengos….
QUISQUILLAS DEL MAR DE ALBORÁN ADEREZADAS CON EMULSION DE LIMÓN Y AOVE MALAGUEÑO
Y con las últimas quisquillas que llegaron a "Mi Cocina" las preparé.
8 unidades de quisquilla del Mar de Alborán (si es época de encontrarlas con sus huevas azules, éstas se utilizarán en la receta, colocándolas encima de la quisquilla), una naranja (tipo washingtonia, no dulce), una patata mediana (del terreno, malagueña), 1 guindilla roja, 1 diente de ajo, aceite de oliva virgen extra (he usado verdial-hojiblanca ecológico de Mondrón-Periana, malagueño), sal maldón, hojas de menta.
Pelar la patata y cortarla en cascos pequeños. Poner una cacerola con agua en el fuego e introducir los trozos de patatas. Añadir sal y dejar cocer hasta que las patatas, una vez pinchadas, se comprueben que están tiernas. Apartar del fuego y reservar.
Con cuidado, pelar las quisquillas (en crudo) con cuidado de que no se desprenda la cabeza.