Si bien, al principio volvemos sobre los pasos de Tom Sharpe y su famosísimo Wilt, en Me miro al espejo… y me gusta lo que veo, como retrato generacional que es, además de la sátira, a medida que avanza la historia está muy presente la trampa de los recuerdos que, en esta ocasión, nos llevan a situaciones y lugares que nos resultan familiares a todos, y a los que cada uno de nosotros, debe condimentar con sus propias experiencias. El protagonista, sin ser una persona especial, sí se plantea la vida de una forma inteligente, porque para vivir una vida plena y de éxito, no hace falta triunfar al estilo que nos retratan las películas y las series de televisión que nos inundan la cabeza de falsas ilusiones que son de todo menos reales. Lejos de toda esa farsa, Ramón Zarragoitia le proporciona a su personaje esas dosis esenciales que hacen de este ser narcisista una persona también entrañable, y que a través de la disposición en modo de puzzle de los capítulos de esta novela, asistimos al testimonio generacional de un hombre de clase media que, como cada cual, ha ido cumpliendo a pies juntillas con todas y cada una de las etapas vitales de su vida, pero muy bien contadas por el narrador, que se muestra igual de incisivo y locuaz con sus personajes (Loli, la Santa; el Belloterín; su Niña; la Madre; la Suegra, Doña Perfecta; Manuel Ferriño, Manu…), que con sus lectores.
A todo ello, hay que añadir las magníficas fotografías de Ángel Muñoz Rodríguez que, a modo de cortinilla, nos sirven de vía de paso entre los capítulos; y una cuidada edición de la Editorial Groenlandia, lo que hace más agradable, si cabe, la lectura de esta sátira entrañable que promete continuar tal y como termina.
Me miro al espejo… y me gusta lo que veo, está disponible en todas las plataformas de lectura: ISSUU http://issuu.com/revistagroenlandia/docs/me_miro_al_espejo CALAMÉO http://es.calameo.com/read/001891265cbd93f89e7a2 SCRIBD http://es.scribd.com/doc/127003775/ME-MIRO-AL-ESPEJO-DE-RAMON-ZARRAGOITIA
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel