Mar. ¿Qué evoca en tu mente esa palabra? Habitualmente suele ir vinculada a paz, tranquilidad y desconexión. Cuando buscamos relajarnos suele venirnos a la cabeza una playa desierta, y el sonido de las olas es uno de los más solicitados cuando se busca atraer al sueño.
Pero, ¿qué nos lleva a establecer esas asociaciones? Pese a que nuestra cultura tenga gran parte de la responsabilidad, es la ciencia la que responde ante ello.
El biólogo marino Wallace J.Nichols llevó a cabo una investigación en la que mezcló neurociencia, ecología y biología marina con historias de atletas, artistas, militares y científicos de primer nivel, demostrando que la proximidad al mar mejora el rendimiento, aumenta la calma, disminuye la ansiedad y contribuye al éxito profesional.
El mar forma parte de nosotros
Los seres humanos somos agua. Desde el punto de vista evolutivo, venimos de ella, y visto desde una perspectiva biológica, estamos sumergidos en líquido amniótico hasta que nacemos, e incluso poseemos estructuras branquiales en las primeras fases de desarrollo.
Este hecho, salvo en casos especiales, provoca en nuestro cerebro una sensación positiva cada vez que vemos u oímos el océano, ya sea en persona o mediante elementos audiovisuales. La Psicología se ha servido en multitud de ocasiones del agua para ayudar contra estrés post-traumático, depresión, adicción o autismo.
Las escenas marítimas nos relajan
Numerosos estudios basados en medir la actividad cerebral en respuesta a la estimulación visual han demostrado que cuando observamos escenas de la naturaleza se activan zonas del cerebro asociadas a un menor estrés, mayor empatía y estabilidad emocional.
De entre todas ellas, son aquellas que muestran la costa las que más beneficios nos aportan, ya que activan el sistema de recompensa, provocando en nosotros una agradable sensación de bienestar. Además, la presión arterial se normaliza y disminuye la tensión psicológica.
El océano contribuye a nuestra concentración
Un estudio llevado a cabo por Nichols en una residencia de estudiantes confirmó que aquellos cuya ventana daba a un paisaje marítimo obtenían mejores resultados en exámenes cognitivos que medían la atención, la capacidad de percepción visual y la velocidad motriz que los que tenían vistas urbanas.
“Los estudiantes desde cuyas habitaciones se veían árboles y el lago no sólo superaban mejor los tests cognitivos, sino que, además, el funcionamiento de su sistema atencional era más efectivo que el de los otros dos grupos de participantes juntos“.
Por otro lado, el neurocientífico y psicólogo clínico de la Universidad de Stanford, Philippe Goldin, afirmó que el mar nos induce a un estado meditativo leve que además de calmarnos, aumenta la consciencia acerca de nuestro alrededor y de uno mismo.
En resumen, realizar una escapada a la playa para relajarnos junto al mar y gozar de todos los beneficios que éste aporta es una idea brillante para este verano.