El niño o la niña con TDA, se las ve muy difícil a la hora de convivir con sus profesores y con su familia, no todo el trabajo depende de él o ella. Por ello, aquí dejo unas recomendaciones que pueden ayudar a educadores y familiares a ayudar a los niños con TDA.
Cuando la conducta de un niño ha sido la misma durante mucho tiempo, los educadores, ya con poca paciencia, están predispuestos a los regaños, hay veces que, en cualquier conflicto, culpan al niño “de siempre” por adelantado.
RECOMENDACIONES PARA EL EDUCADOR
- · Hablar con el niño de forma tranquila, sin levantar la voz, poniéndose a su nivel (en cuanto a estatura) y hablarle viéndolo a los ojos.
- · Es muy importante reforzar las conductas adecuadas, aún si no han cumplido al 100% lo esperado, es necesario reconocer el esfuerzo.
- · Ser claro y firme en las consecuencias sobre el rompimiento de alguna regla, sin llegar a ser amenazante.
- · Si el niño tiene problemas para terminar tareas, estás se pueden dividir en partes dando una instrucción simple a la vez.
- · Variar las actividades entre unas que necesiten actividad física, y hasta algunas que le permitan a los niños relajarse.
- · Escuchar cuentos, canciones o historias y pedirles a los niños que resuman contestando preguntas acerca de lo que se escuchó.
- · Sentar al niño en el lugar con menos distractores posibles y cerca de compañeros que puedan apoyarlo.
- · Apoyarse de las clases con material didáctico de ser posible, que capte la atención del niño (pero que no sea tan llamativo que lo distraiga).
De igual forma que pasa en la escuela. En la familia pocas veces se le reconoce a los niños cuando “se portan bien” pero cuando el niño comienza a comportarse “como siempre” los regaños no se hacen esperar. Un ambiente de este tipo puede traer problemas más graves en la conducta del niño. Por tanto, aquí unas recomendaciones para mejorar el ambiente en la familia.
Escuchar al niño; los niños tienen mucho que decir, algunas veces hablan mucho, algunas veces les cuesta trabajo expresarse pero siempre hay que escucharlos con mucha paciencia, es importante darles esa libertad a que se expresen y esa confianza que en la adolescencia les será muy útil para una buena relación padres-hijos.
Ser coherente en cuanto a las normas; si al niño se le regaña todo el tiempo por levantarse de la mesa antes de terminar de comer, por no arreglar su cama antes de ir a desayunar o por dormirse tarde viendo la tele, los padres deben ser los primeros en seguir estas normas. Los padres son los modelos a seguir de los niños, por tanto, si se quiere que se respeten las normas que ellos imponen, ellos deben ser los primeros en dar el ejemplo.
Reconocer las buenas conductas; cuando el niño termina su tarea a tiempo, arregla su cama sin que se lo digan, levanta sus trastes de la mesa después de comer, etc. Ya sea con palabras o con abrazos, es necesario reforzar esa conducta, para que se vuelva a repetir constantemente. En cuanto a las conductas inadecuadas, es mejor si se ignoran, y en caso de no poder ignorarse, debe hablarse al niño con calma para que él mismo se dé cuenta qué comportamiento debió haber sido el adecuado.