Publicado en el Boletín Informativo del Centro de Estimulación Infantil de Barcelona CEIB
¿Has oído hablar alguna vez de las dificultades de procesamiento sensorial? ¿Conoces la integración sensorial? Si estás leyendo el boletín seguro que estos términos te resultan familiares...
En los últimos años, continuamente se está hablando de la importancia que tiene para los niños: jugar, explorar, moverse, experimentar, etc. Todo esto tiene una relación directa con los sistemas sensoriales: tocar, moverse, saltar, girar, escuchar, mirar, oler, probar, etc.
Cuando los sistemas sensoriales funcionan correctamente, el cerebro de los niños se nutre de todos los estímulos que recibe, y cada vez va madurando más y mejor. Por ello se considera tan importante que los niños jueguen y experimenten sensaciones con su cuerpo, porque de esta manera alimentan su sistema nervioso de estímulos de movimiento, corporales, visuales, auditivos y táctiles.
Pero no siempre es tan sencillo... Hay un 15% de los niños que presentan lo que llamamos dificultades de integración sensorial, y eso impide que su cerebro pueda nutrirse correctamente de los estímulos sensoriales.
Seguro que todos vosotros conocéis a un niño que siempre se está moviendo, o que a menudo se cae al suelo, u otro niño que siempre está oliendo y / o tocando los objetos y las personas, otro niño que se muestra muy lento y pasivo , otro que se muestra irritable ante los cambios, que se altera mucho en entornos con estímulos (fiestas de cumpleaños, centros comerciales, el rato del patio escuela, etc.), un niño que tiene muchos miedos (se tapa los oídos con los ruidos, le molesta la luz, le dan miedo las novedades), un niño a quien no le gusta que lo toquen ni tolera ensuciarse, un niño que no es consciente del peligro ni el dolor.
Os habéis parado a pensar a qué se deben estas dificultades, y qué consecuencias tienen en el desarrollo? Vamos a responder a estas dos preguntas.
1) ¿A qué son debidas? A que el sistema nervioso del niño, no es capaz de procesar correctamente las informaciones sensoriales que recibe, por lo que no regula la intensidad de sus reacciones (demasiado explosivas, demasiado lentas, falta de reacción, busca exagerada, etc.).
El niño recibe el estímulo sensorial, pero su cerebro no sabe regular la intensidad con la que lo ha recibido, y no puede organizar una respuesta adaptada a esa información, ni puede aprovechar correctamente estos estímulos, para nutrirse y madurar a la velocidad deseada.
2) ¿Qué consecuencias tienen? Como el niño no es capaz de aprovechar correctamente esa información sensorial que ha recibido, observamos una o dos consecuencias básicas:
- Afectación de las respuestas y reacciones del niño: que puede ser despistado, muy movido, muy pasivo o lento, muy miedoso, muy explosivo, muy buscador, muy descontrolado, muy llorón, muy cerrado, no puede estar atento, etc.
- Afectación del aprendizaje: descoordinación motriz, se cae mucho al suelo, descontrola la fuerza, dificultades de motricidad fina, alteración en las habilidades de juego y de interacción social, retraso en el lenguaje, dificultades de aprendizaje cognitivo, retraso en la lecto-escritura, inmadurez general global, etc.
Podemos observar una o más de estas características, dependiendo del nivel de disfunción del niño, que puede tener un buen aprendizaje pero presentar dificultades motrices, o tener un buen desarrollo motriz y ser muy movido. Hay muchas combinaciones posibles.
Los niños con disfunción en la integración sensorial no se habitúan a las hipersensibilidades, ni regularizan por sí solos las afectaciones en el registro sensorial, en la conducta, en la concentración o el aprendizaje. Estos niño se benefician muy positivamente de una doble intervención, mediante la terapia de integración sensorial, y mediante una buena comprensión de sus dificultades por parte de la familia y de la escuela.
Bàrbara Viader Vidal
Directora del Centro de Estimulación Infantil de Barcelona