El terror psicológico puede ser entendido como parte de un conglomerado de subgéneros que parten de la ciencia ficción, el terror y el suspenso, enmarcado en una narrativa engañosa pero acertada dentro del universo cinematográfico, y este fenómeno, lo pudimos observar en el período de cambio de siglo y posiblemente hasta el año 2005/2006, en el que, como en toda tendencia, se derivó a otra fuente o estilo. Para este fin, retomamos Reeker una película, que en su momento, por lo menos fue "interesante", y que al día de hoy, realmente la vemos, como lo que realmente fue, una obra menor, de poca calidad pero con un final sorpresivo, como lo hicieran en su momento, y de mejor manera Stay de Marc Foster (2005), Dead End, ópera prima de Jean Baptiste Andrea y Fabrice Canepa, o la misma Identity de James Mangold (2003), entre otras, destacando las de Brad Anderson con Session 9, o la misma Los Otros de Alejandro Amenabar (2001); teniendo la base o suposición, que en ese período, estas películas tuvieron un enlace temático, narrativo o conceptual, finalmente, la originalidad de éstas, se convirtió en su propio vicio como lo podemos ver en Reeker, del mediocre director Dave Payne, del que poco podemos escribir, a excepción, de su capacidad para realizar la música, producción y otras labores de su obra.
El terror psicológico puede ser entendido como parte de un conglomerado de subgéneros que parten de la ciencia ficción, el terror y el suspenso, enmarcado en una narrativa engañosa pero acertada dentro del universo cinematográfico, y este fenómeno, lo pudimos observar en el período de cambio de siglo y posiblemente hasta el año 2005/2006, en el que, como en toda tendencia, se derivó a otra fuente o estilo. Para este fin, retomamos Reeker una película, que en su momento, por lo menos fue "interesante", y que al día de hoy, realmente la vemos, como lo que realmente fue, una obra menor, de poca calidad pero con un final sorpresivo, como lo hicieran en su momento, y de mejor manera Stay de Marc Foster (2005), Dead End, ópera prima de Jean Baptiste Andrea y Fabrice Canepa, o la misma Identity de James Mangold (2003), entre otras, destacando las de Brad Anderson con Session 9, o la misma Los Otros de Alejandro Amenabar (2001); teniendo la base o suposición, que en ese período, estas películas tuvieron un enlace temático, narrativo o conceptual, finalmente, la originalidad de éstas, se convirtió en su propio vicio como lo podemos ver en Reeker, del mediocre director Dave Payne, del que poco podemos escribir, a excepción, de su capacidad para realizar la música, producción y otras labores de su obra.