Esa misma amiga, Rocio, comentaba el otro día que, al ir a comprar por la mañana el periódico, el quiosquero le había preguntado cómo le iba la Feria. "¡Muerta, fulanito!, estoy que no puedo con mi alma... ¿No ves qué carita tengo? Me duele todo..."! E iba a seguir relatando cuando, de repente, se frenó en seco al darse cuenta que se estaba quejando; iba a la Feria cada día porque quería, y si estaba así de agotá y con mal cuerpo, era por tanta juerga y jarana, no por picar piedras precisamente. Así que más le valía dejar de protestar y dar Gracias, con mayúsculas, por poder disfrutar al máximo de esta fiesta, rodeada de familia y amigos. A veces, entre lamentos y tarantos, pasamos por alto lo obvio, lo que de verdad importa, dejando atrás la esencia de las pequeñas cosas que son las que dan sentido a la vida.
Con este pensamiento, nuestra crónica de la Feria 2017 pasa por resaltar los buenos momentos vividos y la suerte de contar con un grupo de amigos, el mejor de los tesoros, con los que compartir días tan especiales. ¡Ha sido sido una Feria magnífica! Y el año que viene, Dios dirá.
Son todas las que están, pero no están todas las que son... Los "momentos foto" no son tan fáciles de realizar, aunque a todas nos encante posar para tener un recuerdo inolvidable. Pero unos llegan, otros se van... ¡Y qué dificil es que nos retraten a todas juntas!
Y por este año nos despedimos, con el cuerpo "agotao", sí, pero el corazón y el espíritu radiante de buenos momentos compartidos. ¿Qué más se puede pedir?