Reflexiones en Abierto – ¿Por qué salvarías o condenarías la vida de pareja?

Por Kheldar @KheldarArainai

Si me llevas leyendo el tiempo suficiente, sabrás que soy el tipo de persona que se hace preguntas de todos los calibres. Una serie de preguntas bien sembradas fue lo que le dio vida a este espacio, de hecho.

Todo comenzó compartiendo mis propias ideas acerca de temas en común con un público dado, al cual me gané por ser brutalmente honesto y no aceptar mareos.

Pasado un tiempo, añadí otros temas que captaron mi atención, y una nueva intención. Sin cambiar la dinámica de compartir lo que pienso, quería remover vuestros culos en cualquiera que sea el asiento que uséis. Agitar vuestras conciencias, generaros un interés por hacer las cosas mejor y que salga algo bueno de todo ello.

En resumen: amplificar vuestra curiosidad natural.

Me gusta contagiar esa actitud a los demás, y cuando estoy conversando, a menudo aprovecho para soltar un par de esas curiosidades y crear debates molones.

Me gusta tratar de llegar a una comprensión global que me permita ampliar mi perspectiva y apreciar las de otros a la vez, aunque sea complicado de cojones.

Y por eso… Hace unos días lancé una pregunta bastante potente: por qué salvarías o condenarías la vida de pareja. Para mi sorpresa, bastante gente quiso mojarse.

Aquí voy a compartir el resultado de preguntar a tus amigos y conocidos en busca de una variedad de respuestas que no puedes encontrar a simple vista. Junto a sus cavilaciones os transmitiré por qué tuve el impulso de preguntarles en primer lugar.

Antes de daros a leer sus respuestas, diré que las negritas las he añadido yo mismo, excepto en el caso de Eliana (que casualmente ya destacó lo mismo que yo destacaría).

Todo lo demás está tal cual me lo han dejado ellos.

Es posible que, como lector, tengas la tentación de pensar que están intentando quedar bien, pontificar sobre el tema o reafirmar de alguna manera su condición de personas referentes en lo suyo y en la blogosfera.

Lo comprendo, porque yo también la suelo tener cuando veo esta clase de posts.

Y puede que no te equivoques en la mayoría de las ocasiones, pero tal vez también te sorprendas si te digo que más de uno tuvo problemas para condensar todo lo que quería decir y refrenarse para no agrandar este texto más de lo necesario.

La culpa es mía, por pedirles que se abran y se expongan tanto como quieran y se atrevan. Todos se ofrecieron a ampliar o cambiar lo que hiciera falta, y yo te los traigo tal cual se me presentaron. Ya tendrán tiempo de añadir y matizar a través de los comentarios y de sus propios espacios, si lo desean. 😛

Al turrón, ¡que se acaba!


Eliana (de Espacios de Soledad)

Eliana es de esas personas que tienen una historia interesante y algo molón para acompañar: sensibilidad para transformarla en algo que todos podemos aprovechar y disfrutar.

La conocí gracias a Diana (y como escritora gracias a varios contactos de mi Facebook) y también tuvimos la ocasión de gozar de su compañía en la Comunidad, donde fue nuestra invitada hace unos meses.

Vivir en los Estados Unidos y esperar gemelos con su actual pareja (siendo la tercera persona con la que trato directamente en tener gemelos en cualquiera de sus embarazos) no le impidió participar en dicho encuentro virtual ni en este texto.

Su situación y su forma de ser fueron los motivos por los que decidí que su respuesta abriría el turno de reflexiones. Como decía el bardo: aquel que tenga oídos, que escuche.

Os dejo con su voz:

Para mí la vida en pareja es todo un negocio, y no todos somos negociadores y muchos no están dispuestos a perder.

Por un lado la condeno porque se ha establecido como un estilo de vida, el cual no es exclusivo ni nos garantiza el éxito, y no lo garantiza porque muchas personas anhelan vivir en pareja pero no tienen la menor idea de lo que es construirla y sostenerla, y aparte, permanecer en ella.

La mayoría cree que estar en pareja es el tiempo que pasas desde la conquista hasta el enamoramiento, pero en lo que el telón se baja y ven lo que hay detrás del escenario cuando la cortina de la pasión ha desaparecido, salen despavoridos en busca de una nueva conquista creyendo que la vida en pareja ha terminado, por tener un muy limitado concepto de lo que es una relación.

Pero si eres un ser consciente que se ha estado educando en el amor y además has encontrado y convivido con tu pareja interna, comprendes entonces que esa convivencia de a dos comienza contigo y termina en ti, aparte, aprendes a ver al otro como ese nítido espejo que te muestra lo que eres por dentro y que hasta ahora no habías podido ver, y lo más grandioso de todo es que lo aceptas y lo integras en ti.

Por otro lado la salvo cuando estás dispuesto a no ser siempre el de antes, porque no hay una cosa más cambiante y tambaleante que vivir en pareja; cuando tienes la valentía de quedarte hasta en la crisis, porque si hay un rasgo que debes tener y reforzar a diario es el de ser valiente, ya que la vida en pareja no es para cobardes ni indecisos ni escapistas de la relación.

Y no hablo de amor porque definitivamente no es un elemento que hunda ni salve ninguna relación, ya que un día puedes amar con locura a tu pareja y al día siguiente detestarla con la misma intensidad.

Lo que te mantiene unido a alguien es el vínculo, las anécdotas que luego se vuelven un código de lenguaje privado, los proyectos en común, la complicidad, la camaradería, y por supuesto el deseo sexual, y en todo esto está implícito el amor, pero no como un sentimiento, sino como una energía vital.

Así que salvo la vida en pareja si ves al otro como una herramienta para tu encuentro personal y conocerte a ti, y la condeno, si buscas desesperadamente al otro para escapar de la soledad o simplemente para huir de ti.


Alicia (de Creciendo entre Mochilas)

Alicia y yo somos amigos desde hace bastantes años, y es una de las buenas personas que encontré entre los seguidores de Ángel en Vivir al Máximo.

Desde entonces, he tenido la ocasión de  intercambiar consejos, reflexiones y espacios para la escucha y el desahogo, por  parte de ambos.

Hasta el día de hoy me ha demostrado que sabe transmitir sus emociones cuando se anima a ello (y de hecho cada vez se atreve a mostrarse más, a través de su blog y sus propios proyectos). También se le da bien captar y atender a las necesidades de otros.

Mola que sea capaz de abrirse a las cosas que le vienen, incluso cuando todo parece un sinsentido condenado al fracaso. Es esa ilusión por cada comienzo a pesar de todo lo pasado lo que me llevó a preguntarle.

Os dejo con su voz:

Desde mi punto de vista, toda decisión tomada desde la conciencia y la libertad en referencia al convivir o no en pareja merece ser respetada, sean cuales sean los matices que acompañen a esa decisión.

Partiendo de esta base, salvaría la vida en pareja siempre que se construya de una forma sana y saludable y, por descontado, condenaría las relaciones de pareja tóxicas y basadas en el apego emocional.

Creo que hay diversos factores sumamente importantes a la hora de elegir disfrutar o no de una vida en pareja.

El primero de ellos es tener en cuenta el momento vital en que nos encontramos a la hora de decidir construir o no una relación de este tipo con otra persona, ya que este aspecto repercute de un modo muy directo en el espacio y tiempo que decidamos invertir en esa relación.

Otro factor clave en este sentido es la situación personal y emocional que estamos viviendo en el momento de valorar este tipo de decisiones.

Si estamos atravesando una época inestable repleta de inseguridades y carencias, me parece un error esperar y delegar la responsabilidad a la persona con la que nos estamos planteando mantener una relación.

En mi opinión, la vida en pareja es maravillosa cuando todas las partes implicadas han aprendido a disfrutar de sí mismas, de sus momentos de soledad y son conscientes de que no necesitan a su compañero/a para nada, pero le quieren para todo (bueno, o para casi todo…).

Según mi experiencia, me quedo con la vida en pareja, salvándola cuando se ha aprendido a disfrutar en solitario, a aceptarse, a conocerse… y se decide libremente compartir todo ese aprendizaje con alguien que nos sume, más que reste.


Diana (de Hablando de Sexo, entre muchas otras casas virtuales)

Diana es una de las personas que más me han sorprendido desde que entré en contacto con la comunidad de seguidores y amigos de Ángel Alegre.

Allí fue donde nos encontramos por segunda vez, ya que la primera fue cuando me estaba documentando sobre el poliamor para este artículo de mi blog.

Así es: Hablando de Sexo y La Vida es Fluir ya entraron en contacto en 2013, para cuando Diana y yo nos conocimos. Además, en 2014 aportó una importante fuente de reflexión para el texto que se convertiría en mi libro Todo, Menos Marear, sobre el compromiso y la vida de pareja. Razón de más para volver a preguntarle.

Desde entonces, he visto crecer sus proyectos y su carisma. Pocas personas me hablan de ella sin destacar lo acogidos y aceptados que se sienten en su presencia.

Si estuviste con nosotros en marzo en el evento que Alicia y ella montaron en Madrid, sabes a lo que me refiero. Si no estuviste, puedes leerlo aquí: Del miedo a la acción era el tema, y fue un fin de semana fetén.

Os dejo con su voz (aunque me guardo un trozo para sorprenderos más adelante):

Yo salvaría la vida en pareja. No porque piense que el vivir solo sea algo malo, sino porque creo que cuando vives con una persona con la que compartes afinidades, metas, proyectos, gustos, sueños, pasión y amor… la convivencia es una fiesta. Y eso es lo que crees que no vas a tener cuando te decides a vivir en pareja, porque tenemos la creencia de que vivir en pareja es privarte.

Sí, privarte de las cosas buenas de la vida como independencia y libertad.

Lo sé, madurar es difícil y vivir en pareja no es la etapa más sencilla de la vida, pero sí te puedo decir que si eliges sabiamente puede ser la mejor experiencia, porque es posible vivir en pareja y conservar tu libertad e independencia, y además ganar un amigo, un amante, un socio y en general un cómplice de vida.

Si la encuentras descubrirás que dormir solo es genial, pero dormir acompañado puede ser espectacular.

Existen las personas con las que cada día es una aventura, es un desafío y nunca un aburrimiento o un “cuando podré sacar un par de días para estar solo”, porque cuando estás con la persona correcta la independencia y libertad la tienes a mano, simplemente ya no te gusta tanto porque es más divertida la vida cuando estás con esa persona.

Y sí, puede que estés en el grupo donde no entiendas bien esta idea que tengo sobre la vida de pareja porque necesitas más de una persona para sentirte completo, y en esos casos defendería para ti el vivir solo y compartir con quien quieras, cuando quieras.

No te compliques la existencia: la vida en pareja no es para todo el mundo y cuando tu mundo gira en torno a un tipo de relación no convencional, tal vez la vida en pareja no sea lo tuyo y no está mal, podrás vivir esto mismo con muchas personas en ciertos momentos y todo estará bien. Lo importante es ser fiel a ti mismo y conocerte lo suficiente como para saber que esto es lo que deseas y con lo que eres feliz.

Porque vivir en pareja o solo a la final nos lleva al mismo resultado: poder ser tu mismo y ser feliz.


Jon Valdivia (que tiene una web homónima)

Jon es de Guadalajara como yo mismo, cosa que descubrí recientemente. También lo conocí a causa del entorno de Vivir al Máximo y la gente que allí conocí, aunque no recuerdo haberle visto nunca participar en el grupo. Me suena más que fuera buen amigo de alguien y que coincidimos en alguna quedada.

No habíamos hablado de orígenes hasta que nos vimos a la vuelta de vacaciones en 2016, aprovechando una visita a su familia, pero no hizo falta para que fuera creciendo la amistad desde nuestro primer encuentro en 2014. Conocerle de hace años y haberle visto crecer como comunicador y oferente de servicios es algo que solamente supera el verle crecer como persona.

Verle perseguir sus pasiones musicales y creativas, vivir en un lugar donde se ponen a prueba sus creencias y costumbres cada día y afrontar el desamor al mismo tiempo que yo (en una extraña e interesante sincronía que tuvimos durante el verano pasado) me hicieron sentirme más unido a este canalla. Nuestras conversaciones nunca defraudan, y por eso le pregunté.

Os dejo con su voz:

No salvo ni condeno la vida en pareja. Salvo o condeno el nivel de conciencia que llevamos a nuestra vida en pareja, así como la intención de fondo que tenemos.

Si queremos vivir en pareja para no sentirnos solos, o como resultado de una programación social, la base en la que se apoya la relación es frágil y poco consciente. Posiblemente la relación se estanque, la soledad aumente, y nuestro verdadero propósito intente salir a la superficie de mil maneras que intentaremos (y no conseguiremos) reprimir, desde depresiones a adicciones o auto-sabotajes para liberarnos de la relación.

Por otro lado, si decidimos vivir en pareja de forma consciente, como un vehículo de crecimiento personal, como un lugar donde vamos a compartir, y ambas personas toman responsabilidad por la relación así como por las decisiones que se toman dentro de ella, entonces vivir en pareja puede convertirse en un lugar de crecimiento y conocimiento a velocidades de vértigo. No solo nos tenemos a nosotros mismos, sino a un espejo cercano que nos permite ver todos esos puntos ciegos que no podemos ver en solitario.

También hay un momento para estar solos, para romper patrones, para explorar la intimidad con nosotros mismos, para descubrirnos y redescubrirnos.

Si decidimos estar solos de forma consciente y esto se alinea con nuestro propósito, entonces estar solos es lo mejor que podemos hacer. Si no queremos estar en pareja por otros motivos, por ejemplo el miedo a la intimidad o la creencia de que no merecemos amor o una sensación de pérdida de libertad, entonces tenemos trabajo personal que hacer para limpiar esos miedos y creencias, dado que son la razón por la cual perpetuaremos nuestra soledad.

Nota a pie de página: no hay nada como estar en pareja para hacer ese trabajo personal.


Maria Mikhailova (la Coach Estratégica)

Conocí a Masha en el evento que ya he mencionado antes, y tuve la ocasión de plantearles a ella y a los otros ponentes una de esas dudas potentes que me rondan el coco. Por suerte, ninguno de ellos se negó a responderla.

Le pedí su aporte porque la historia que contó de sí misma y la empatía que demuestra en todas partes provocan que Masha sea una de esas personas en las que no dudas en confiar. Una de las mejores muestras de ello es lo solicitada que está como profesional y la cantidad de gente que puede mover y conmover.

Os dejo con su voz:

Desde que tengo 13 años he vivido obsesionada con encontrar esa pareja ideal para toda la vida, ese chico especial con quien compartir cosas, viajar, pasarlo bien, sentirme valorada y amada… Todo a raíz de mi falta de amor hacia mí misma y –por qué no– por pura necesidad biológica que como animales que somos tenemos de reproducirnos.

He devorado novelas románticas, he escrito historias de romances y pasiones desenfrenadas, he seguido telenovelas mexicanas en mi adolescencia y todo aquello de alguna forma me marcó. Después llegaron esas parejas tan anheladas: pasión, enamoramiento, lágrimas, desilusión… vamos, el pack completo.

Todas esas personas me mostraron una única cosa de mí: que no me amaba, que me despreciaba. Todos ellos me enseñaron tanto que un día, a los 28 años, me dije con firmeza “se acabó”. Pasaron 2 años más hasta que ese “se acabó” dio sus frutos reales.

No sé cómo ni cuándo pero de repente me amé y ya no necesité a una pareja a mi lado para hacerme sentir plena. Momento curioso en el que llegó a mi vida, casi por arte de magia, mi pareja actual. Nada que ver con las anteriores.

De repente, una relación profunda, cálida, de repente no te enamoras al principio sino que tu relación crece con cada día, y conforme van pasando los años, sientes aún más amor, más comprensión y hasta descubres la compasión. Y nacen proyectos juntos. Y tu pareja se convierte en tu mejor amigo al que puedes contarle todos tus miedos, secretos y sueños… y sientes que vibra como tú y que junto a él todo tu ser se expande.

Dicen que teorizamos sobre cosas cuando nos duelen, cuando no terminamos de entenderlas, cuando son un reto para nosotros… Ahora tal vez soy la persona menos indicada para hablar de parejas porque estoy viviendo una relación plena. No hay nada que decir. Es como teorizar sobre la vida: ¿merece la pena vivir o no? ¿Condenarías o salvarías la vida?

Por supuesto que merece la pena. Y también merece la pena una relación de pareja plena. No cualquier relación. Esa en la que te das cuenta de que, aunque no todo sea perfecto, merece la pena vivirla.


Isa y Juanmi (exacto, los de Más y Mejor)

Los conocí por primera vez, como ya he mencionado, dentro del entorno de Vivir al Máximo. Creo que ya estaban por allí antes de que yo me uniese.

Por aquel entonces, en el grupo se mantenían más conversaciones personales y menos conversaciones de networking o negocios.

Cuando fue cambiando la tendencia en las aportaciones de los miembros, muchos de nosotros dejamos de participar en el grupo, pero mantuvimos el contacto en diversos grados.

Isa y Juanmi son personas sencillas a las que no se les ha subido su éxito a la cabeza. Pueden codearse tranquila y alegremente con cualquiera, con una humildad y un buen rollo que dan ganas de abrazarlos fuerte hasta que empiecen a hacer ruidos raros.

Además, por ahí se hablan maravillas de los desayunos que prepara Isa y de su saloncito para meditaciones mañaneras (aunque seguro que permiten usarlo a cualquier hora).

Ese matiz de ser pareja y compartir proyectos era una variedad que no podía quedarse fuera del surtido de hoy… Por eso les pregunté.

Os dejo con su voz:

Nosotros sin duda salvaríamos la vida en pareja a pesar de que en nuestro caso, además trabajamos juntos, que es todo un reto… 🙂

Tener un compañero de vida con quien compartir los momentos buenos y malos compensa la posible perdida de independencia que eso supone. Creo que llevar una relación sana pasa por la confianza y el respeto, y en ese sentido ninguna de las dos partes se debe sentir atada. La clave es poder seguir siendo tu mismo y crecer y mejorar juntos. 🙂

Además, para nosotros, el poder emprender en pareja nos permite llevar el estilo de vida al siguiente nivel. Es decir, podemos viajar juntos por tiempo indefinido sin que uno de los dos tenga que volver a la oficina. 🙂

En este caso hay que tener mucha comunicación y la misma visión de futuro, pero creo que como cualquier otra pareja normal, ¿no?

Al final, con ilusión y motivación todo se sobrepasa, pero hay que ser muy organizado para no caer en el error de enfocarse tanto en el proyecto y descuidar el tiempo de pareja. 😉


Marina, la escritora Psico-superviviente

Otra de mis gloriosas adquisiciones en el evento de Diana y Ali fue una amiga escritora que no tiene miedo de mojarse en aguas profundas ni de trepar montañas.

Con ella puedo conversar sobre la vida y sus vaivenes, hablar sobre cualquier tema sin prejuicios o romper el estereotipo del bloguero actual (un personaje ajeno a todo lo que no sea el networking y raramente dado a crear vínculos personales con los demás, por dar uno de los peores ejemplos y que menos nos gustan a ambos).

Lo mejor es plantearle cualquier pregunta sin que entienda en ello una indiscreción o impertinencia, o algo distinto de alimentar la curiosidad y las ganas de tener claridad.

Además, es compañera de Diana y de Jon en el Life Lab (un mastermind que se montaron), y no pocos me habían hablado bien de ella antes de conocerla el pasado marzo. Es sencilla y accesible, y eso mola porque acredita toda su fama y respalda la conferencia que nos dio en su momento.

Por otro lado, dejaré que os cuente ella misma por qué le pregunté:

La mayor dificultad que hemos atravesado mi pareja (Pablo) y yo, fue el desacuerdo sobre la cuestión hijos. Habíamos empezado en la misma página, la del no, y yo cambié de opinión.

Después de muchas conversaciones, decidimos terminar la relación: aunque Pablo se estaba planteando la paternidad, no podía asegurarme nada, y yo no quería perder la oportunidad por esperar demasiado. La ruptura fue un catalizador para plantearnos nuestras prioridades y recordar por qué queríamos estar juntos, y finalmente Pablo se animó a unirse a la aventura de procrear y volvimos juntos.

Las diferencias enriquecen, pero hay diferencias irreconciliables. No se puede tener medio hijo. Si este es tu caso, mi sugerencia es que seas honesto con lo que tú quieres, con lo que anhela tu corazón, y que no cedas por miedo a perder la seguridad de tu relación.

La pregunta que lo cambió todo para mí fue “¿cómo sería si todo fuera posible?”.

Por mucho que trataba de convencerme de que podía ser feliz con Pablo y sin hijos, si me imaginaba una relación donde tuviera lo que tenía y una pareja que quería tener hijos conmigo, mi presente palidecía. Además, no podía construir una relación sana acumulando resentimiento, dudas y fantasías sobre una vida alternativa.

He aprendido mucho en esta crisis: especialmente, sobre mi capacidad de luchar por lo que quiero y es importante para mí.

Nuestra reconciliación ha surgido de un reencuentro de los valores que hemos compartido siempre y una apuesta mutua por un proyecto nuevo. No sé si acertaremos o no, pero ahora mismo me siento inmensamente afortunada de tener a Pablo al lado. Sin duda, salvaría la vida de pareja, o al menos mi pareja.


Y hasta aquí llega la aventura de bucear en las mentes de mis amistades y conocidos… Al menos de momento. Es posible que me anime a plantear eventos, webinars o cualquier clase de chorradica donde hagamos mesas redondas, debates, conversatorios y hasta talleres.

Ya habéis visto que personas e ideas de calidad no me faltan.

Veremos si las ganas -mías y vuestras- acompañan.

Los protagonistas de hoy son ellos. Yo ya hablé en el texto anterior a este.

Tú también puedes acompañarnos, si dejas tu postura clara en los comentarios. Y personalmente ardo en deseos de tener tu aportación… Especialmente si no sientes presión alguna hacia una u otra orilla.

Las condiciones son las mismas que para las personas de arriba:

  • Valoro más tu experiencia personal que cualquier intento por filosofar, pontificar o quedar bien en público. No estás a prueba. Relájate y permítete ser tú mismo.
  • Habla de tu vida personal desde el respeto y el aprecio por lo que has aprendido, y si deseas dar ejemplos de tu historia para justificar tu postura, sé prudente a la hora de nombrar a terceras personas (especialmente si lo haces sin su permiso).
  • Si tienes que largar pestes, mejor si lo haces de una manera constructiva. Los alquimistas siempre hemos sido especialistas en convertir la mierda en oro. Hay una serie de escritos dedicados a transformar mi dolor y mi rabia por una relación fallida en lecciones sobre amor y autenticidad (ambos incondicionales) en este mismo blog.

Nos leemos en los comentarios y en próximos escritos.


Autor: Sergio Melich (Kheldar)
Pedagogo al 90% y subiendo. Comunicador y mentor por vocación (y pronto, más cositas). Autor de las webs La Vida es Fluir & Play it Sexy!, Aventurero y Heartist (persona comprometida a vivir, crear y obrar con cabeza, corazón y conciencia). Escribo sobre el Buen Vivir: autoaprendizaje, estilo de vida, habilidades sociales, relaciones y más.

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