En pleno verano vacaciones, con nocturnidad y alevosía, PP y PSOE han pactado la reforma
Se hace en nombre de la “flexibilidad para que la economía pueda adaptarse a los momentos buenos y en los malos garantice la sostenibilidad de la política social“. Yo cuando oigo la palabra flexibilidad me echo a temblar y si se acompaña de sostenibilidad ya me rechinan los dientes. Pero no acaba ahí el plan:
“La cifra figurará finalmente en una ley orgánica, norma menos rígida y más fácil de reformar, que se aprobará el año que viene en las Cortes”.
Entonces ¿para qué se va a reformar la Constitución en este punto si no se va a inscribir una cifra concreta y luego ésta puede modificarse con facilidad con una ley? Tampoco se entiende a qué viene tanta urgencia por modificar la Constitución si luego hay que hacer una ley ad hoc que será la que matice ese punto y que llevará bastante más tiempo.
Insisto, creo que ya puesto hay que revisar a fondo la Constitución que ha quedado obsoleta en muchos puntos que no se cumplen. Sin ir más lejos lo que estamos viviendo estos días atenta contra el primer punto del primer Artículo:
“España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político“.
Todo esto parece más una operación de maquillaje para generar confianza en los mercados, como decía hace unos días la ministra Salgado. Por cierto, esta mañana alguien me escribía, no sin ironía, que ya que quieren cambiar la Constitución que sería más apropiado un nuevo escudo, que es el que les muestro como ilustración de este post, para que los mercados estén más confiados, añado yo.