Cuando mi marido me dijo hace "unos pocos" años que teníamos que trasladarnos a "El Bierzo", yo no sabía ni adonde íbamos a dirigir nuestros pasos. No sabía que me iba a encontrar con una hermosa región que se quedaría ya grabada para siempre en mi corazón.
Allí me fuí recién cumplidos los 25, allí empezó el colegio mi hijo y mi hija dijo allí sus primeras palabras. Fueron dos años que recuerdo felices, muy felices, dos años en los que pude olvidarme de las prisas de Madrid, porque allí siempre había tiempo para todo. Tiempo para recoger castañas en otoño a la salida del colegio, tiempo para pasear por la orilla de los ríos. Tiempo para recorrer los castillos, las casas blasonadas. Tiempo para disfrutar con la gastronomía berciana. Tiempo...
La semana pasada regresé a "El Bierzo", iba sólo a pasar tres días, pero tenía la sensación de regresar a casa, quería volver a ver ese paisaje cautivador.
Volví a Ponferrada, completamente transformada, que me hizo comprender que no fue ayer cuando yo era una ciudadana más de esa ciudad, sino que habían pasado muchos años.
Me encontré con una ciudad más moderna, más cuidada y más bella. Su casco viejo invitaba al paseo, y el magnífico castillo templario lucía en todo su esplendor.
El castillo del siglo XIII fue cedido por Alfonso VIII a los caballeros templarios.
La torre del reloj, la basílica de nuestra Sra. de la Encina.... todo estaba ahí, eso no había cambiado, porque lo que es realmente bello perdura.
Volví a pasear entre las calles de casas blasonadas del patrimonio monumental de Villafranca del Bierzo, con el castillo de los marqueses de Villafranca, el convento de San Francisco, el antiguo colegio de jesuitas de Nicolás el Real del siglo XVII, la Alameda Alta, la colegiata de Santa María....
Fui al castillo templario de Cornatel, situado en un promontorio rocoso con un barranco de más de 180 m.y con unas increibles vistas desde allí.
Ví los viñedos a lo largo de la carretera, los castaños, perezosos este año en dar sus frutos, con sus troncos centenarios retorcidos...
... y por supuesto ví uno de los parajes más bonitos que he visto nunca, "Las Médulas", con su contraste de colores verde y naranja.
Las Médulas es el resultado de la explotación por parte de los romanos de unas minas de oro. Pero las Médulas es más, ya que en 1997 fueron declaradas Patrimonio Mundial como reconocimiento internacional a un Paisaje Cultural.
Estas montañas arcillosas, fueron abiertas en canal por los romanos, mediante un complejo entramado de "tuberías", pero como mi amiga Angélica había preparado muy bien el itinerario de viaje, os dejo lo que ella nos cuenta de este paraje:
"Ubicado en la fosa tectónica del Bierzo, paisaje de gran belleza debido al movimiento de tierras que sufrió. El yacimiento de Las Medulas son más de 1.800 metros llenos de historia y de una singularidad y belleza simplemente increíble. Con impresionantes cuevas, como la de La Cuevona o La Cueva Encantada en las que podemos observar restos de la antigua red hidráulica. Con el agua del rio Cao y la proveniente de los deshielos de la zona del Teleno, conseguían sacar oro, formando presas y soltando el agua en tromba a través de canales excavados que hacían caer por la montaña hasta llegar a los lavaderos. Aquí se separaba el oro del lodo, barro y otros elementos.
Estas canales de agua formaron los “carriles”, senderos que ahora pueden utilizarse para realizar excursiones a pie. Toda la tarea era realizada por indígenas astures, a las órdenes de los romanos.
Sobresalen los sedimentos rojos miocenos, a los cuales esta asociado el oro, conglomerados y arcillas del Terciario, cárcavas y cortados de materiales de color intenso y rojizo que contrastan con la vegetación de castaños, barrancos de barro rojo que se han formado por el hundimiento de las galerías y acción de las aguas.
Cerca tenemos los Montes Aquilanos. Los 300 millones de metros cúbicos de tierra extraídos para el lavado del mineral, han configurado, con el paso del tiempo y la erosión, uno de los parajes historico-arqueologicos con mayor valor y belleza de España"
De regreso a Madrid, tuvimos la suerte de visitar en un pequeño pueblo, donde nos enseñaron los cultivos de agricultura ecológica.
También vimos como elaborar el vino de miel de la misma forma que lo hacían los antiguos romanos.
Y nos explicaron la elaboración de aguardiente de hierbas en todo su proceso, que envasado de forma artesanal viaje a los lugares más recónditos del mundo. También pudimos ver como una persona del lugar prepara sus botellas especiales para amigos, en las que con paciencia y artesanalmente introduce figuras de madera.
Por su puesto que la visita no iba a dejar de lado la rica gastronomía berciana. Degustamos el plato más conocido, el “botillo”, los pimientos asados, unos de los mejores que he comido nunca, los dulces, el vino y los diversos aguardientes, pero como esta entrada ya es demasiado larga eso os lo cuento otro día.
Mientras tanto os dejo unas imágenes para que busquéis las diferencias (además de los 27 años transcurridos) y os riáis un poco.
Bon Appétit