La edad no es solo una consecuencia del paso del tiempo,
es una actitud en el mundo, una forma de ver el espejo y
asumir la imagen, de hablar y de vestir, de encarar
proyectos y aceptar desafíos. Un modo de vivir.
Por eso es indispensable combinar el rejuvenecimiento
de la piel con una verdadera transformación interior para
que la ecuación sea perfecta.
La estética en sí misma no le devuelve el sentido a la
existencia; un cambio exterior debe ser acompañado siempre
por un proceso de rejuvenicimiento espiritual
esa es la clave para conseguir la plenitud en armonia .