Relación genética-ambiente en la gestación de conductas de riesgo para la salud (I)

Por Alimmenta @alimmenta

Esta semana, el prestigioso paidopsiquiatra Josep Toro ha estado en la facultad de psicología de la Universitat Autònoma de Barcelona impartiendo una conferencia para estudiantes de máster y doctorado acerca de las conductas de riesgo para la salud. En su ponencia, y como es lógico dado su ámbito de intervención profesional, el Dr. Toro se centró en las conductas de riesgo que muchos adolescentes emprenden coincidiendo con esta etapa difícil de impulsividad y gran receptividad a las influencias del entorno; no obstante, en todas las etapas del ciclo vital las personas emprenden, con mayor o menor propensión a ello, todo tipo de conductas que pueden derivar en riesgos para la salud somática o mental. Hábitos tóxicos como el tabaquismo o el enolismo, consumo de otras drogas de forma ocasional o habitual, sedentarismo o actividad física excesiva e inadecuada a las características de la persona, higiene del sueño deficiente por horarios caóticos o sobreestimulación vespertina con aparatos electrónicos o sustancias estimulantes, conductas de control de peso emprendidas sin supervisión profesional y a menudo sin ninguna necesidad de salud que las sustente…, son sólo algunos ejemplos de este tipo de conductas. Lo malo y bueno a la vez es que las consecuencias de emprender estos riesgos son en gran medida –a veces enteramente- evitables: malo porque muchas personas ven dañada su salud en modo innecesario, y bueno porque ello otorga al asunto el potencial de ser abordado con carácter preventivo. Pero, ¿qué es lo que lleva a algunas personas a actuar de forma autodestructiva contra su propia salud? En este momento, el binomio genética-ambiente se puede considerar prácticamente universal en salud. Un buen ejemplo lo encontramos en las conductas de riesgo adolescentes, presentes desde siempre pero actualmente en aumento (ya evidenciado por los números: no es solamente cosa de padres y abuelos a quien gusta refunfuñar sobre los males de la juventud), no se explican sin tener en cuenta genética, desarrollo cerebral, estilo educativo, vinculación y tipos de familia, influencia de los coetáneos, mensajes de los mass media… Sabemos que muchas de estas conductas se relacionan directa o indirectamente con psicopatología, pero también con riesgo para la salud física, e incluso para ambas a la vez. Si hablamos de adolescencia y conductas de riesgo, es casi obligado hablar de trastornos de la conducta alimentaria -aunque es importante remarcar que dichas alteraciones pueden darse también en otras edades, por supuesto. En las patologías como la anorexia, la bulimia, el binge eating disorder o la vigorexia, además del evidente daño a nivel psicológico, la salud de la persona se pone en peligro alcanzando estados ponderales extremos (ya sea por exceso o por defecto), así como estados metabólicos peligrosos que pueden llevar, por ejemplo, a fallo renal por exceso de urea circulante como resultado de una sobreingesta proteica o a alcalosis metabólica por los vómitos autoinducidos continuados. No obstante, considerando el binomio genética-ambiente en la raíz del estudio de la conducta, cabe decir que cada vez de habla más de epigenética que de genética propiamente dicha, puesto que la expresión de los genes es más relevante que su estructura. Tal es la llamada paradoja de la euforia subyacente a la decodificación del genoma humano completada en 2003, puesto que al final resulta que no solamente nuestro genoma es más parecido al de otras especies de lo que se creía, sino que parece ser que la secuencia de nucleótidos propiamente dicha no es tan importante, por sí misma, como se podía suponer. Resulta esencial la manera cómo el ambiente moldea la expresión de los genes, especialmente en los primeros años de vida, mediante mecanismos como la metilación del ADN.

¿Qué es la epigenética?

Todo sugiere que las causas sociales de ciertos trastornos, como la esquizofrenia, ejercen su acción mediante cambios epigenéticos; pero también los factores ambientales que predisponen a ciertas conductas de riesgo aun cuando estas no equivalgan o no acaben traduciéndose en patología. Dichos factores, como por ejemplo la exposición a ciertas técnicas publicitarias usadas en los anuncios de alimentación con el objetivo de incidir sobre la conducta de ingesta de las personas, ya eran sobradamente conocidos: sin embargo, el hecho de dilucidar los mecanismos mediante los cuales pueden ejercer sus efectos en interacción con las características genéticas basales del individuo, permitirá profundizar en el conocimiento de la conducta humana de tal modo que, como siempre, nos llevará a forjar un arma de doble filo. Por un lado, las empresas poco éticas podrán aumentar su maestría en el arte de la manipulación; por otra parte, profesionales de la salud gozarán de herramientas para predecir con más exactitud la probabilidad de una persona de desarrollar una problemática de conducta y, por ende, una problemática de salud.

Mecanismos epigenéticos

El artículo El riesgo del riesgo: relación genética-ambiente en la gestación de conductas de riesgo para la salud (I) apareció publicado primero en Dietistas-nutricionistas, portal de nutrición.