Meditar sobre ello, me ayudó a entender que la inmensa mayoría de los acontecimientos que nos ocurren, no son ni buenos ni malos en sí mimos. Que constantemente lo estamos etiquetando todo, inclusive a nosotros, llenándomos así de juicios mentales que se convierten en auténticos muros que en verdad no existen. De ésa manera me di cuenta que toooodo es relativo, somos nosotros quienes cargamos de importancia o gravedad lo que ocurre y lo que sentimos.
Aprender a relativizar, fue uno de los pilares en los que me apoyé para controlar mi ansiedad, ayudándome enormemente a superarla. Comprender que no todo es blanco o negro, y que la vida está llena de ricos matices,... fue un inmenso regalo que aún conservo.