RELATO DE UNA CHICA AL SALIR DE UN TCA (ANOREXIA NERVIOSA, BULIMIA, ATRACONES):
“EL DÍA QUE COMPRENDÍ QUE UN TCA (TRASTORNO DE CONDUCTA ALIMENTARIA) NO ES UN ESTILO DE VIDA”
– No pasa nada si no como, o sí como y me purgo; es algo normal. Cómo quién elige fumar o no.
– Me dan pena los que comen así como así; pobrecillos, no saben lo que hacen.
– Un profesor cabreado; piensan que le hace falta echar un polvo; pienso que lo que le hace falta es comer menos, se ha debido de dar cuenta de que lo está haciendo mal, y por eso parece estar cabreado.
A día de hoy, la cabreada soy yo, por haber llegado a pensar así durante una larga época de mi vida, durante algo más de 7 años. Una época demasiado larga. El pensar y actuar así, cómo todo lo que hacemos, tuvo sus consecuencias. No sólo vivía engañándome a mí misma, de ese engaño nacían mentiras para el resto. Mentía tanto acerca de la comida, que a veces me lo creía. Cuándo mentía a mi familia me sentía mal. Y no por mentir, si no porque les decía que todo estaba bien, que había comido y no había ido al baño; llegaba a creer mis propias mentiras y a consecuencia de creer, me sentía mal porque no había ido al baño. Me costaba diferenciar mí realidad a la realidad que le intentaba mostrar a los demás.
Mi madre, a menudo, me hacía análisis, con la esperanza de que uno de ellos le dijera “su hija tiene un TCA” y así poder tratarme. Me creía muy lista, demasiado. Creía tener todo bajo control. Tan lista tan lista, que mí familia sólo necesito ver mi ordenador para conocer a Mi querido Estilo de vida.
Se alegraron, pensaron que ya todo había acabado al haberme descubierto; sólo necesitaría su apoyo e ir a un psicólogo. Por mi parte, sólo alcanzaba a sentir odio por ellos. Me tenían envidia, porque a diferencia de ellos, era capaz de hacer ayunos de 400kcl diarias, mientras ellos comían más de la cuenta, por eso querían que dejase de hacerlo, pura envidia. Mí familia envidiosa de mi…pero cómo puede ser? Y cómo se atrevían a avisar a la Escuela y hablar con mis amistades para que me controlasen? Descarados! Qué clase de família me había tocado?.
Para todos resultó ser más difícil de lo esperado. Para ellos por ver que sus intentos de hacerme salir no servían demasiado. Para mí al pensar que sería sencillo hacerles felices; ir al psicólogo para contentarlos, pero sin hacer caso. El problema, es que nunca conseguía “no escuchar”. Me hacían tanto daño ciertas palabras, que deje la consulta de cuatro de ellos en mitad de sesiones, no volviendo más por allí.
– Si no quieres ir a más psicólogos, no te podemos obligar
Me salí con la mía, si antes mentía, ahora lo hacía más. Pasaron unos meses “buenos” hasta que recordé algo que me había dicho al inicio “Esto lo puedo dejar cuándo quiera, mantendré el peso deseado y estaré bien”. Estaba equivocada. Ya no vomitaba por querer, si no porque eso pasaba sin necesidad de meterme los dedos, ya no hacía ayunos por ganar carreras, si no porque mi estómago se cerraba, ya no me pesaba diez veces al día porque el número me daba miedo. Ya no tenía un Peso Meta, 47, porque ya iba por los 45. Y ahí me di cuenta de que en realidad, nunca había tenido nada bajo control. Quería salir pero no podía, qué mala persona si abandonaba ahora, después de todo lo logrado. Pero qué mal me sentaba seguir con esto. Por Amor al Odio.
De todo eso, llegaron los castigos, los cortes y los golpes. Y al tiempo llegó el gran golpe… Con éste, me llevaron a otro psicólogo, gracias a lo que sea, el último y el que me ayudó, o por el que me dejé ayudar a diferencia que con los anteriores. Ya no iba por contentar a nadie, si no por ayudarme a mí misma. Confiaba en que si había logrado entrar, podría salir. No fue fácil, pasé meses peleando con él por no querer ser sincera conmigo misma y decir que un TCA no es un estilo de vida, sino una enfermedad. El día que la frase salió de mi boca, fue cuándo me lo empecé a creer, con ayuda de otros recuerdos de todo el tiempo pasado.
No siento tentación por volver. Perdí muchas cosas por culpa de ello. No gané nada, exceptuando a mi mente como enemigo. Poco a poco volví a ganar la confianza de mí familia.
No sé si alguien que ha pasado por esto, está leyendo lo que escribo. Si es así, entonces sabemos que es lo más difícil después de haber salido, que confíen en tu sinceridad. Difícil, pero no imposible. Siempre podemos echar la vista atrás por un instante, y pensar que si pudimos con todo lo anterior, podremos ganar la confianza de aquellos que verdaderamente nos importan.”