El juicio final no se parecerá a los lienzos barrocos que adornan muchas de nuestras iglesias. A un lado vemos los condenados entre llamas y diablos en el otro los salvados rodeados de ejércitos de ángeles. En nuestro tiempo todo será más sutil. En lugar de contar con un Dios entronizado en calidad de juez contaremos con un algoritmo, una construcción matemática que pese a su liviandad en ese proceso obstentará todo el poder. Accederá a la red global de datos formada por toda la información que de nosotros tiene Internet y en la que estamos posicionados en múltiples redes secundarias que incluyen tanto las virtuales como las reales. Según las relaciones y la posición que tengamos el algoritmo decidirá si somos valiosos ó descartables, si estamos salvados ó condenados. A un lado de la sociedad accederán los salvados con un puesto de trabajo, recursos, formación y oportunidades, al otro los condenados al subsidio de desempleo y al barrio marginal.
El juicio final no se parecerá a los lienzos barrocos que adornan muchas de nuestras iglesias. A un lado vemos los condenados entre llamas y diablos en el otro los salvados rodeados de ejércitos de ángeles. En nuestro tiempo todo será más sutil. En lugar de contar con un Dios entronizado en calidad de juez contaremos con un algoritmo, una construcción matemática que pese a su liviandad en ese proceso obstentará todo el poder. Accederá a la red global de datos formada por toda la información que de nosotros tiene Internet y en la que estamos posicionados en múltiples redes secundarias que incluyen tanto las virtuales como las reales. Según las relaciones y la posición que tengamos el algoritmo decidirá si somos valiosos ó descartables, si estamos salvados ó condenados. A un lado de la sociedad accederán los salvados con un puesto de trabajo, recursos, formación y oportunidades, al otro los condenados al subsidio de desempleo y al barrio marginal.