Este quinqué es la adquisición de mi último viaje a Francia, paraíso de anticuarios y de mercados de pulgas donde siempre se puede encontrar algún tesoro a un precio razonable.
A pesar de que el tubo de cristal se encontraba en perfecto estado, el cuerpo metálico necesitaba, sin duda, una buena limpieza y abrillantado.
Para limpiar, usé vinagre aplicándolo con una lana de acero bien fina para no rallar la superficie.
Para finalizar y proteger el metal, se aplica con un pincel una fina capa de tapaporos.
Este es el resultado final.
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