Repeticiones amorosas negativas

Por Virginia Picó

Las relaciones sentimentales no están exentas de sufrimiento, las heridas de la pasión nos vuelven cada vez más vulnerables. Hay personas más proclives a sufrir desengaños amorosos y encadenan frustraciones sin tomar conciencia del error que les lleva a reincidir en el mismo resultado.

Liberarse de la opresión de las repeticiones amorosas es posible sólo sí se toma conciencia del origen de las mismas y del mecanismo de conducta inconsciente que se repite.

Nuestra vida está llena de repeticiones en cada una de las cosas que hacemos. Los automatismos psíquicos cooperan entre sí y nos ayudan a simplificar nuestra existencia; la mente inconsciente se encarga de integrar y dirigir automáticamente lo que ya hemos aprendido, permitiendo así que nuestra parte consciente ponga la atención en situaciones novedosas o que requieren asimilación.

En el ámbito amoroso también reproducimos ciertos patrones repetitivos y conductas similares con distintas parejas. Nos atraen parejas similares por simple repetición! Estos esquemas inconscientes se generan en la infancia y la relación con nuestro entorno, por la experiencia personal y la necesidad de seguridad. La búsqueda de esa sensación de seguridad nos predispone a buscar personas, situaciones y sensaciones conocidas porque tienen “algo de familiar”.

La búsqueda de lo conocido es la raíz de muchas repeticiones amorosas, siendo esta dinámica inconsciente la que empuja a muchas personas a embarcarse y soportar parejas nocivas y situaciones complejas. La hija de un alcohólico no se junta con una pareja alcohólica porque quiera sufrir, sino porque encuentra en él una forma de relacionarse que conoce muy bien y que, tristemente, la tranquiliza.

Tampoco entendemos que un adulto reciba insultos, críticas, golpes y reprobaciones de su pareja y lo aguante. Pero quizás esto mismo es lo que recibió en su infancia, reconocimiento negativo por parte de sus padres, y de mayor corre el riesgo de buscar ese ambiente aniquilador al que está acostumbrado.

Pongamos algunos ejemplos para concretar los patrones negativos repetitivos. Os pueden sonar a “típicos tópicos” pero existen y repercuten a lo largo de nuestra vida adulta.

Muchos hij@s de padres alcohólicos aprenden que es necesario hacerse cargo de los padres a temprana edad, salvarlos de su dependencia. Este tipo de patrón, en su vida adulta, buscará y se acercará a personas que necesiten ayuda para superar cualquier tipo de problema. Las personas vulnerables necesitadas de alguien que les ayude a superar cualquier tipo de dependencia serán la pareja idónea para sobrellevar la relación.

Aquel niñ@ que haya integrado un sentimiento de culpa por la relación nefasta de sus padres después de oír frases como: “me casé con tu padre/madre porque estaba embarazada de ti”, “por tu culpa dejé de cumplir mis sueños”, “si no fuera por ti sería más feliz”, puede convertir a la persona en un adulto que sienta que es el culpable de la desgracia de los demás. Quizás crea que no se merece ser feliz y por este motivo busque relaciones complicadas o que, a priori, sepa que no pueden llegar a un buen final.

El divorcio de los progenitores también es motivo para crear culpa en el niño que, en ocasiones, se auto-convence que no era suficientemente bueno como para que papá o mamá se quedaran junto a él. Este tipo de patrón negativo puede provocar que en su adultez escoja parejas inestables y con miedo al compromiso que lo abandonen.

Por supuesto no sólo la relación con los padres es el único origen de los patrones amorosos negativos sino que todos los modelos de parejas que observábamos en nuestro entorno también nos han marcado en nuestra memoria infantil.

Comprender qué tipo de patrón negativo tienes y cuál es su funcionamiento te liberará de la terrible carga y evitarás repetir una y otra vez parejas disfuncionales. Si tomas conciencia de estas repeticiones y decides cambiarlas radicalmente podrás, por fin,  disfrutar de relaciones amorosas funcionales y dar un giro radical a tu vida.

Bibliografía : ¿Otro flechazo” Yves A. Thalman. Ed Obelisco