Aunque chocante, esta práctica no es nada nueva, ya que entre 1845 y 1849, el médico norteamericano J. Marion Sims realizó experimentos con mujeres esclavas, intentando inseminar de forma artificial a 55 mujeres infértiles. Una de ellas quedó embarazada mediante esta técnica, aunque más adelante tuvo un aborto espontáneo.
Más tarde, en 1884, en Philadelphia el Dr. William Pancoast atendió a una pareja que llevaba años intentando tener hijos sin éxito. Creyendo que la persona estéril de la pareja era el marido, inseminó artificialmente a la señora con el semen de un estudiante de Medicina suyo. Para ello anestesió con cloroformo a la mujer y empleó una pera de goma para introducir el semen de su estudiante en el cuello de su útero. Este experimento resultó en un embarazo y la pareja tuvo un hijo, creyendo que era de los dos. El Dr. Pancoast se sintió tan culpable que acabó confesando su acción.
Fuente:Enciclopædia Britannica: William Pancoast