Reseña de una adulta: Push, de Sapphire

Por Tempe

Precious Jones tiene dieciséis años, es negra y casi analfabeta, y espera su segundo hijo. El primero lo tuvo a los doce años, y el padre de ambos es su propio padre. Vive en Harlem, en la ruinosa Lenox Avenue, el reino de los invisibles, de los sin voz, con su madre, una reclusa obesa y cruel que mira la televisión sin cesar, devora la comida que la jovencita le prepara y la somete a los más denigrantes abusos. Forzada a abandonar la escuela a causa de su embarazo -y aquel era el último y precario vínculo que la ligaba al mundo-, Precious acaba en un instituto para casos desesperados. Pero allí, en el último escalón de aquellos que ya han bajado todas las escaleras, está la señorita Rain, una maestra joven, combativa y radical, y Precious tendrá la posibilidad de recuperar su voz y su dignidad...

Push, o Precious, como yo la llamo debido a su adaptación cinematográfica, es la novela más dolorosa y al mismo tiempo hermosa que he tenido, y tendré creo— el placer de leer. Es dura, y no la recomiendo a menores de 18 años. Ni a nadie que no quiera contemplar de cerca los monstruos de nuestro mundo.

Precious es un incendio a la rebelión en el reducto de inocencia que aún posee todo ser humano. Porque esta chica de 16 años, embarazada por segunda vez, negra, con sobrepeso y residente en Harlem (Nueva York), no es una chica a la que su padre violaba desde los siete años. Eso es lo que le pasó, y hay una gran diferencia entre eso y quién es Precious.

En realidad Precious es una chica que quiere aprender e ir a la universidad para estudiar y tener un futuro mejor. Se ocupa de hacer la compra, lavar, fregar y planchar; y sabe cocinar platos que están de rechupete, pero las páginas de un libro son todas las mismas para ella. No permite que se metan con su profe de mates y echa de menos a Pequeña Mongo, su primera hija.

 La señora Rain me mira. Soy la que queda por hablar. Quiero decir algo, pero no sé cómo. No estoy acostumbrada a hablar, ¿cómo voy a decir algo? Miro a la señora Rain y ella me dice:      —Bien, Precious, ¿qué me dices de ti? ¿Estás en la clase adecuada?      Yo tengo ganas de decirle lo que siempre he querido decirle a alguien, que las páginas, menos las que tienen santos, para mí son todas iguales; y lo de la última fila en la que siempre me ponían; y que cuando tenía siete años me sentaba en mi sitio y no me movía. Pero ya no tengo siete años. Y apesar de eso estoy llorando. Le miro a la señora Rain a la cara y las lágrimas me vienen a los ojos, y no es que sienta tristeza o vergüenza.      —Dígame, señora Rain, ¿estoy bien aquí?, ¿estoy en la clase que tengo que estar?      Me da un kleenex y dice:  —Sí, Precious. Sí.


Ahora que está embarazada de nuevo, ya no puede ir a su instituto de siempre. Ahora va a uno especial en el que va a conocer a unas personas que la ayudarán a cambiar su vida por completo: su profesora Blue Rain y sus compañeras Rita, Consuelo, Jermaine, Rhonda y Jo Ann. Entre ellas va a forjarse una relación de las más bonitas y especiales que pueden forjarse en un aula.

El estilo del  lenguaje que utiliza la autora refleja a al perfección el analfabetismo de Precious y su poca cultura en general, al tiempo que hace sentir al lector toda esa rabia, miedo y confusión. Pero a medida que el libro avanza, y Precious con él, ese estilo va cambiando y se nota que la chica está aprendiendo no sólo a leer y a escribir, sino también a quererse a sí misma.


Sapphire ha escrito una novela llena de poesía que me ha enseñado que por muchas cosas malas que le ocurran a alguien se puede seguir adelante, se pueden arreglar todas esas cosas y volver a ser feliz. Donde haya oscuridad, también existirá luz, solo hay que luchar por encontrarla, y de ello es prueba Push.

Una poesía que lee Precious en clase de la señorita Blue:
De una madre a un hijo
Bien, hijo, te lo digo:
la vida, para mí,
no ha sido una escalera de cristal.
Ha sido una escalera llena de clavos
y de astillas
y de tablas rotas
y de sitios de suelo sin alfombras, desnudos.
Y todo ha sido subir
y llegar a descansillos
y torcer esquinas
y a veces avanzar en la oscuridad,
donde no hay ninguna luz.
Así que, hijo mío, no retrocedas.
No te quedes sentado en los escalones
al ver que el ascenso es más bien duro.
No desfallezcas ahora...,
porque yo sigo, cariño,
yo sigo subiendo,
y la vida para mí
no ha sido una escalera de cristal.

Pat parker
Push, Sapphire. / Anagrama, 14'25€, 184págs. / ISBN: 978-8433908742 / The Kid, historia de Abdul, el hijo de Precious.
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