Reseña de una policíaca: La Casa del Espíritu Dorado, de Diane Wei Liang

Por Tempe


A sus 33 años, soltera y económicamente independiente, la detective Mei Wang se mueve en un Pekín donde la desigualdad entre pobres y ricos aumenta cada día y donde todos rivalizan por el poder o el dinero. Un Pekín post olímpico, ajetreado, ruidoso, muy rico y corrupto en el que Mei conoce por casualidad a un joven abogado que le encarga la investigación de un caso para una empresa que fabrica píldoras capaces de curar los corazones rotos: los dueños han contratado sus servicios para que se investigue qué está pasando con su dinero... Mientras, un inspector procedente de un departamento del gobierno se presenta en su despacho con la orden de cerrarle la agencia de detectives.

Diane Wei Liang es una auténtica maestra de la escritura, y la tercera parte de su saga detectivesca es una novela perfecta, si es que tal cosa existe. Destaca ante todo la magnífica ambientación en el Pekín actual, pero también la solidez de sus personajes y el misterio que impregna el caso de las píldoras que curan corazones rotos.

Abrir La Casa del Espíritu Dorado es sumergirse en un país desconocido para la mayoría de los occidentales, un país que a muchos nos llama con delicados susurros, animándonos a conocerlo.
Leerlo proporciona una visión general de cómo es la vida en Pekín, desde el escalafón social más bajo al más alto, además de iniciar al lector en su rica cultura y su historia política de finales del siglo XX.  Junto a la detective privada Mei, atisbará las consecuencias de la caída del movimiento democrático chino tras las protestas de la plaza de Tiannanmen de 1989, y cómo ha influido en el Pekín de hoy en día la represión que acabó con ellas.

A Mei le habían dicho que la Píldora del Espíritu dorado podía curar los corazones rotos. Ella no se lo había creído. Eso era un cuento, una historia de las que les gusta contar a las viejas mientras comen pipas de girasol a la puerta de sus casas con patio. Mei no podía creer una cosa como aquella más de lo que podía creer que el aliento de Duhuang había creado el universo. Ella era una mujer de treinta y dos años, moderna, con estudios, racional. Si los desengaños amorosos del pasado le habían enseñado algo, era que solo el tiempo puede curar un corazón roto. 
Y en eso era en lo que se equivocaba.

No obstante, es imposible que los elementos históricos roben protagonismo a una trama policíaca excelentemente tejida, con más de una sorpresa final. Cualquier amante de la intriga quedará más que satisfecho con La casa del espíritu dorado y el misterio de las píldoras que curan corazones rotos, ¿podrán curar el de la detective Mei?

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