En este libro seguiremos la vida de una niña desde su nacimiento hasta la edad de 3 años, cuando intenta suicidarse (si, así es la historia) antes de seguir, hay que tener en cuenta que las historias de esta escritora son así, suele tocar temas polémicos y a partir de ellos crea historias rarísimas, extravagantes y hasta bizarras.
Teniendo eso en cuenta podemos proseguir.
En fin, aquí tenemos a esta niña que en sus primeros meses de vida no hace nada, no expresa nada, no llora, no ríe, no siente interés por comer ni por nada. Sus papás al ver la indiferencia de la niña la llaman Dios, porque no hace nada, y se la compara con un tubo. Aunque después se llega a la conclusión de que es más como una planta que un tubo, a lo que sus padres se ponen feliz, ya que ya tienen una niña, un niño y ahora una planta, y la variedad esta buena.
Sin embargo (las situaciones raras aun no terminan) cuando la abuela de la nena, que ya tiene 2 años, llega a la ciudad para verla, le regala a escondidas un chocolate, la niña al probar esto se tranquiliza, el chocolate le hace conocer lo que es el placer, y que vale la pena vivir, solo para sentir los placeres. Entonces deja esa rebeldía de lado y comienza a ser otra persona.
Una de las características de esta novela es que la niña está obsesionada con el agua.
Siento que la novela empezó muy bien, pero a medida que avanzaba iba perdiendo puntos con la trama.
La novela toca temas como la vida y la muerte, vemos constantes reflexiones sobre eso.
Si bien no fue de las mejores novelas que leí en el año o incluso de las que leí de la autora, si me pareció una lectura entretenida para pasar el momento.
No es un libro que marcará un antes y un después en nuestras experiencias como lectores, pero no por ello no merece no ser leído.