Mariví está que no cabe en sí de alegría. Hace unos días cumplió siete años, y sus padres le hicieron un regalo muy, pero que muy especial, nada más y nada menos que… ¡un estuche con siete sueños! ¡Uno por cada año cumplido! Y hechos nada más y nada menos que por el fabricante de sueños, un viejecito que vive en mitad del bosque, al cual fueron a visitar el día de su cumpleaños.
Esos sueños que le han regalado son unas pastillas que se ponen en la frente antes de ir a dormir y por mucho que te muevas o que incluso te caigas de la cama, la pastilla no se moverá de tu frente. Pero en la visita al fabricante, Mariví no sólo consiguió el estuche, sino que el viejecito le explicó cómo se fabricaban y le advirtió que no sólo existían sueños bonitos y felices, sino que algunos le darían miedo o incluso le harían sentir remordimientos. ¿Tendrá alguno de esos Mariví en su estuche?
A través de las cartas que Mariví manda a su amiga Lupita, iremos averiguando cómo la protagonista conoce al viejo y los sueños que tiene. Y es que, aunque las cartas estén dirigidas a su amiga del colegio, parece que el destinatario de todas ellas sea el propio lector.
Los sueños que tiene son muy dispares. En uno puede estar eligiendo qué tipo de ser vivo quiere ser (¡incluyendo la elección de los padres!), y en otro puede hasta ver sirenas en el mar o ser amiga de una bruja muy especial.
Torcuato Luca de Tena era un escritor y periodista español que murió en 1999 a la edad de 85 años. A muchos sus apellidos le sonarán, y es que de Tena era el nieto del fundador del periódico español ABC. Aparte de esta historia, dirigida a un público infantil (está publicada en la serie naranja de El Barco de Vapor), escribió más novelas y ensayos dirigidos a un público adulto, siendo Los renglones torcidos de Dios una de sus obras más famosas.
Si quieres leer una historia entretenida que te hará sonreír en más de una ocasión, no esperes más, porque no es lo mismo leer un libro infantil con ojos inocentes, que siendo ya adulto y viendo más allá.