Reseña literaria El rey y el cabeza de turco, María Gripe

Por Eltemplodelasmilpuertas @Templo_Revista
Editorial Gran Angular

Arvid es rey desde los trece años, cuando su padre decidió abdicar para dedicarse a la alquimia. Pero Arvid no es un buen rey, ni tiene interés en serlo. Vive ensimismado, meditabundo, muy lejos de la realidad que preocupa a sus súbditos, a quienes mira sin ver.

Como no se puede castigar a un rey, su padre decide contratar a un cabeza de turco que pague por sus faltas. Helge es opuesto a Arvid; es optimista, enérgico y decidido, pero entre ambos se establece un vínculo que les permitirá apoyarse el uno en el otro y tomar por fin las riendas de su vida.

Elisif sabe que ha nacido para ser reina, los astros así lo han declarado, pero cuando conoce a Helge ambos se enamoran perdidamente, y ahora ella también se verá atrapada en la rigidez del protocolo palaciego, que parece augurar para todos un destino infeliz.

El rey y el cabeza de turco permite dos lecturas: una superficial, que se limita al argumento de cuento de hadas y una más profunda, que se detiene en los pensamientos de Arvid y en su filosofar sobre la vida, la muerte y el destino del hombre. El argumento es entretenido, avanza a buen ritmo y encuentra una solución sorprendentemente sencilla en la que todas las piezas encajan a la perfección. Una historia original con un desenlace muy satisfactorio.

Maria Gripe estudió filosofía e historia de las religiones, así que no es de extrañar que sean sus reflexiones, la mayoría puestas en boca de Arvid, lo más interesante del libro. El elenco de personajes, con sus variadas personalidades y sus dispares motivaciones, añade complejidad a la novela: todo un reto si tenemos en cuenta que tiene apenas doscientas páginas.

La literatura juvenil ha cambiado muchísimo en las últimas décadas (El rey y el cabeza de turco es de 1965, aunque se publicó por primera vez en España en 1984) y, aunque este es uno de los libros de Maria Gripe que mejor ha resistido el paso del tiempo, lo cierto es que hoy día se ha quedado sin público. En su franja de edad (a partir de 12) ya no se encuentran libros tan abiertamente filosóficos, y tiene poca acción y poco amor para un público algo mayor.

Entonces, ¿cómo es posible que nos gustase tanto a tantas personas? Mi edición, de 1997, es la décima, y dudo que sea la última. ¿Tanto ha cambiado la juventud en una generación? ¿Cambian los libros porque cambian los hábitos lectores… o es al revés?

Quizá los ávidos lectores que encuentran tiempo para El Templo de las Mil Puertas, encuentren tiempo también para ir a una biblioteca, leer El rey y el cabeza de turco, y ampliar sus horizontes.