Puede que a Julio Verne o a Conan Doyle les gustara leer este libro. Eso nunca lo sabremos. Lo que sí que sabemos seguro es que a los lectores de estos dos autores clásicos de aventuras les gustará el último premio Edebé juvenil, La isla de Bowen, de César Mallorquí.
El joven fotógrafo Samuel Durango no tiene ni idea de dónde se ha metido. Va a viajar junto al profesor Ulises Zarco, director de la sociedad geográfica SIGMA, a bordo del Saint Michel, hasta la isla de Bowen, más allá del Círculo Polar Ártico. A bordo del barco irán Lady Elisabeth Faraday y su hija Katherine, quienes van en busca de su marido y padre John Faraday, desaparecido en esas tierras. El capitán del barco, Verne, y el ayudante del profesor, Adrian Cairo, les ayudarán en su aventura. Lo que no esperan encontrar es una misteriosa isla descrita por un monje del siglo X; unas extrañas reliquias en el interior de una vieja cripta medieval; una corriente cálida que funde el hielo en medio del Ártico o un volcán vigilado por extraños artefactos.
Sin duda, este libro es un homenaje a las novelas de aventuras que el escritor leía cuando era joven. Los juegos metaliterarios –el propio Conan Doyle da una conferencia en el libro– y las múltiples referencias a la obra de Verne –Phineas Fogg y el capitán Nemo son nombrados en la novela–, es la manera de mostrar las influencias que estas lecturas tuvieron sobre él. Además, la curiosidad científica que las historias de Julio Verne tenían –20.000 leguas de viaje submarino, Viaje al centro de la Tierra o De la Tierra a la Luna– se plasma en el texto. El explorador desaparecido al que van a buscar se apellida Faraday, el capitán del barco es amigo de Wegener y las propiedades de los extraños metales con los que se encuentran son objeto de fascinación por parte del químico García.
El texto de la novela está ampliado por el diario del joven fotógrafo, a través del cual avanzamos en los descubrimientos que hacen y en sus aventuras, pero también en la historia de amor que surge con la joven Katherine.
Aunque hemos insistido en la influencia de Verne en el texto y La isla de Bowen tiene más de quinientas páginas, ¡no te desanimes! Es una novela que, a pesar de su extensión, se lee rápidamente debido a la acción y las aventuras narradas en el texto y además, su precio es de menos de diez euros. Y, por supuesto, no hace falta haber leído a Verne para leerlo; es un libro que se disfruta, sin duda alguna, por sí solo. ¡Sumérgete en la lectura, usa el libro como barco y adéntrate en la aventura!