Reseña literaria Las extraordinarias aventuras de Adèle Blanc-sec, Jacques Tardi

Por Eltemplodelasmilpuertas @Templo_Revista
Editorial Norma

Con motivo del próximo estreno de la película basada en las aventuras de este curioso personaje realizada por Luc Besson, Norma ha tenido la feliz idea de reeditar (por fin, tras varios años descatalogados) los cuatro primeros álbumes de este cómic francés en un tomo recopilatorio (al que seguirán dos tomos más).

Para quien todavía no lo sepa, Adèle Blanc-Sec nace de la pluma del dibujante y guionista Jacques Tardi en 1976, año en que publicó sus dos primeras entregas Adèle y la bestia y El demonio de la torre Eiffel (que encontramos en este tomo junto con El sabio loco y Momias enloquecidas). Las constantes de esta serie son: aventuras parisinas, misterios extraordinarios, tramas enrevesadas y personajes excéntricos (desde científicos locos, hasta momias egipcias resucitadas) en un cóctel que mezcla lo mejor del cómic clásico francés de aventuras (tipo Tintín, Spirou, Blake & Mortimer, Freddy Lombard) con el sabor añejo de la literatura folletinesca de principios del siglo XX (donde encontramos también las novelas de Jules Verne) ,marco en el que transcurre la acción.

El primer cambio radical lo encontramos en su arisca protagonista principal, Adèle Blanc-Sec, una heroína muy alejada del canon (predominantemente masculino) de personaje femenino sexy, atractivo y con glamour. Jacques Tardi no trata de que su creación nos caiga simpática en su primera aparición. Adèle es como es y, al ir leyendo sus aventuras, vamos descubriendo más aspectos de esta mujer (fumadora para más señas) que no tiene ningún problema en adentrarse en oscuras catacumbas tras un desconocido o disfrazarse (cual Sherlock Holmes) de vagabundo. Y así, poco a poco, sin darnos cuenta, ella logra hacerse un hueco en nuestros corazones.

Puede que al principio sus historias te parezcan locas y en algunos momentos hasta absurdas (¡Un pterodáctilo sobrevolando París! ¡Un cavernícola que bebe coñac y fuma puros!), pero si permaneces leyendo sus aventuras extraordinarias, al final, le encontrarás la gracia y descubrirás un fino sentido del humor (francés, claro).