Reseña literaria Marmalade Boy, Wataru Yoshizumi

Por Eltemplodelasmilpuertas @Templo_Revista
Editorial Planeta

Con motivo de la conclusión, por parte de Planeta DeAgostini, de la edición especial de Marmalade Boy, en la que han recopilado los 8 volúmenes originales en 6 tomos de gran formato, desde el Templo echamos una mirada atrás con nostalgia.

Y es que, no en vano, Marmalade Boy, conocida también como La familia crece por su casi más famosa adaptación a anime, fue uno de los primeros contactos que muchos jóvenes de hoy en día tuvieron con el mundo otaku. Puede que muchos de esos jóvenes hoy día se avergüencen o digan tímidamente que en su momento siguieron el culebrón amoroso que nos ofrece este shojo de Wataru Yoshizumi, o que fueron capaces de tragarse, sin pestañear más de la cuenta, los 76 capítulos de los que consta su versión animada; pero que Marmalade Boy ha sido uno de los mangas más buscados y de los que más se ha pedido su reedición desde que Planeta lo retiró del mercado hace unos años, y que La familia crece fue una de las series televisivas más vistas y seguidas de los 90, es innegable.

Para aquellos que vinieron antes o después de la generación de los “chicos mermelada” intentaremos explicar la casi inexplicable trama de esta serie de mangas. Los padres de Miki Koishikawa y Yuu Matsura, que al parecer se han conocido en un viaje a Hawai, han decidido vivir todos juntos. Pero no contentos con eso deciden hacer un intercambio de parejas. Y por si no fuera lo suficientemente raro todo ya, obligan a sus respectivos hijos a ir a la misma escuela y estar en la misma clase. De locos. Porque... ¿qué pasaría si a alguno de los dos le empezara a gustar el otro? ¿Son hermanos o qué son? ¿Es una relación viable? Pero lo más importante de todo, ¿qué hacer para que nadie en tu colegio se entere de lo rara que es tu situación familiar? A lo largo de las páginas de cada tomo, asistimos a un sinfín de enredos amorosos entre los diferentes personajes del manga con situaciones inverosímiles pero bastante divertidas.

Con un dibujo sencillo pero muy vivo y expresivo, se trata de una obra recomendada para todos aquellos que no teman por sus niveles de azúcar en sangre y para los nostálgicos que, como un servidor, no se olvida que de pequeño no se perdía ni un episodio del anime.

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