Reseña literaria: POD (primera parte de la saga), Stephen Wallenfels (La Galera)

Por Eltemplodelasmilpuertas @Templo_Revista

Una mañana cualquiera, Megs y Josh se despiertan para comprobar que el cielo está lleno de esferas que brillan suspendidas sobre la ciudad. Cualquier persona que se atreve a poner un pie en la calle cae fulminada al instante por los rayos que lanzan las EM (así llama Josh a estos extraños objetos, Esferas de la Muerte). Tras el estallido de luz no queda nada: ni siquiera su ropa. Los animales parecen a salvo de las EM, pero visto el panorama, es mejor no salir de casa.

Megs y Josh no se conocen, pero viven una situación parecida. La invasión alienígena los ha dejado confinados: a Megs, sin su madre, en el aparcamiento de un hotel, y a Josh, en su propia casa con su padre enfermo y su perro. Cada uno vivirá a su manera el encierro. Megs deberá esconderse de las personas que se han erigido dueños y señores de los víveres y medicinas que quedan, y Josh, junto a su padre, deberá afrontar la situación de quedarse sin comida ni agua. Las esferas siguen danzando en el cielo, y sin una idea clara de si aquello va para largo o no, el cautiverio, el hambre y el estrés serán una muy mala combinación parar intentar sobrevivir.

La historia de Megs será más dura que la de Josh. Si bien el chico tiene que enfrentarse al fantasma del hambre, Megs, de doce años, además, tendrá que esconderse de «Capucha» y «Rechoncho» (no son sus nombres reales, pero por nada del mundo piensa acercarse a preguntarles), los secuaces del misterioso señor Hendricks, quienes peinan todos los niveles del aparcamiento para encontrar comida, agua, medicamentos y armas.

Lo primero que debes saber es que POD no es una novela sobre extraterrestres, pues en esta primera parte apenas tienen un papel representativo. Simplemente los veremos arriba, en el cielo, matando —o abduciendo, porque no se sabe a ciencia cierta que hacen— a todo aquel que se ponga a tiro. POD es una novela sobre supervivencia y de cómo la ley del más fuerte, en su versión más primitiva, se impone en una sociedad avanzada.

POD tiene escenas duras y tristes, pero con el material que Stephen Wallenfels tenía entre manos podría haber sido mucho más cruel con las experiencias que viven los personajes. Sin embargo, consigue un perfecto equilibrio entre crueldad y ternura.

No esperes acción a raudales, pero sí una lectura adictiva. Como dijimos al principio, los alienígenas apenas tienen una presencia importante, pero la falta de acción no quiere decir que nos encontremos ante una novela lenta, ni mucho menos. Los capítulos, alternados desde el punto de vista de cada protagonista, harán que la lectura sea ligera.

Aunque POD tiene un final, hay muchos interrogantes que quedan sin resolver. La falta de información que comparten el lector y los personajes es uno de los factores que hacen que la novela enganche, y parece que Stephen Wallenfels ha querido mantener el misterio hasta la segunda parte. Ahora solo nos queda esperar que se publique pronto, y que ofrezca una explicación a la altura de las expectativas.


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