Género: drama juvenilPrecio: 15,95€ Páginas: 474
Me encanta Lauren Oliver. Esa es la conclusión a la que llegué tras leer la trilogía Delirium y que ahora se ha visto reforzada tras terminar Si no despierto. Me gustan sus historias, pero sobre todo su forma de escribir, de entrelazar las palabras y hechizarte con ellas,de crear frases preciosas, párrafos que quedan grabados en la memoria debido a su belleza.
Otra cosa que merece la pena recordar: la esperanza nos mantiene vivos. Incluso cuando estamos muertos, nos mantiene vivos.
Si bien se podría decir que los personajes de esta novela son los típicos que podríamos encontrar en cualquier otra novela que retrate a los adolescentes americanos, hay que añadir que todos estos están bien caracterizados, cada uno tiene una personalidad propia y podemos distinguirlos perfectamente.
La rutina de la protagonista es como la de cualquier otro adolescente: sale con sus amigas, con su novio, va de fiesta, va al instituto… Sam se encuentra en lo que podríamos calificar la élite del instituto, posición a la que llegó gracias a su mejor amiga Lindsay, la cual es una de esas chicas malas de verdad, de las que pisotean a quien sea necesario para llegar hasta donde quieren.
Muchas cosas se vuelven hermosas cuando las miras despacio
Sin embargo, la vida de Sam se ve afectada cuando, volviendo de una fiesta, tiene un accidente de coche y muere. Así es como comienza Si no despierto. A partir de ese momento revivirá el mismo día una y otra vez.
La novela cuenta con una narración perfecta en la que Lauren Oliver no solo se limita a retratar los ambientes y las personas, si no que también hace a su protagonista reflexionar con cada acto.Da igual si nos sentimos identificados con Sam o no, pero de una manera u otra las afirmaciones y las preguntas de la autora nos darán que pensar.
Puede que en algún punto se haga pesada, pues contar el mismo día una y otra vez hace que en ocasiones se caiga en repeticiones, aunque Sam cada día hace algo diferente. Unos días se comportará de manera irracional, la veremos darse de bruces contra la pared, sin avanzar lo más mínimo. En otras ocasiones, y sobre todo en los últimos días, veremos una notable evolución en su comportamiento que irá acercándose a la madurez y al razocinio.
Algo más tarde empecé a pensar en el tiempo, en cómo se mueve y se escurre, cómo fluye siempre hacia delante; cómo los segundos se convierten en minutos y luego en días y luego en años, todos corriendo incesantemente en la misma dirección. Y en cómo nosotros nadamos por ese río lo más deprisa que podemos, avanzando más rápido que si nos dejáramos simplemente llevar.
El final me resultó muy predecible, pero no por ello me gustó menos. Lauren Oliver dio un final adecuado a una novela que nos cuenta no sólo la historia de una chica cualquiera, si no el descubrimiento de que somos los únicos que podemos cambiar nuestro destino, y que está en nuestro poder hacer las cosas de una determinada manera.
Para reflexionar