Editorial: Alfaguara
Paginas: 360
La relación entre Min Green y Ed Slaterton terminó casi antes de realmente empezar, y eso lo sabemos ni bien abrimos el libro. En forma de carta y una caja con todo lo que compartieron durante su breve noviazgo, Min cierra para siempre una puerta que tal vez jamás debería haber abierto. Adentro de la caja están las razones por las cuales rompieron en forma de objetos y de historias: cada uno de estos souvenirs de los que Min se desprende cuenta una historia de felicidad o de tristeza, de esperanza o de desilusión, de una primera vez o de una última.
En las páginas iniciales, la historia puede dar la impresión de ser demasiado pretenciosa para lo que realmente es: Min es un narrador en primera persona que para algunos llega a ser insoportable, exagerado y hasta poco sincero; Ed por otra parte puede parecer estereotípico, cliché, insulso y poco desarrollado, mientras que Al (el mejor amigo de Min) un simple personaje de relleno innecesario y ausente. Bueno, no sé si alguna vez se dieron cuenta, pero las primeras impresiones a menudo suelen ser completamente erróneas, y ésta no es la excepción. Cada uno de los personajes se desarrolla en la medida y la forma justa: Min es la detestable, la amante del cine, la chica especial, la que no es como las otras, la que es única en su serie, la incomprendida... y al final entendemos que es Min, una adolescente como tantas más, que quiere con desesperación ser algo pero que cree que no es nada. Lo mismo pasa con Ed, tan seguro de todo, tan confiado, natural y auténtico, que no es hasta que nos damos cuenta de que estamos leyendo la historia a través de los ojos de Min que entendemos que ya caímos de lleno en la trampa y nos vendieron gato por liebre. Hacia la mitad de la historia Al resurge desde su lugar y nos demuestra por qué siempre se mantuvo entre las sombras, siendo una pieza clave de la trama.
Daniel Handler logra explorar y desarrollar a lo largo de 350 páginas (las cuales están salpicadas por los coloridos dibujos de su esposa, Maira Kalman) la naturaleza del primer amor, ese amor idealizado y casi mágico que cuando termina deja un agujero negro que parece absorberlo todo y durar toda la vida. Usando un lenguaje poco usual para las historias románticas juveniles (no faltan las "malas palabras" ni las referencias sexuales), el autor hila una historia original y poco vista sobre una problemática que prácticamente todas las personas atravesaron en su juventud. Aquel que haya tenido la fortuna (mala o buena, según cómo se lo vea) de leer aunque sea un poco de la saga "Una serie de eventos desafortunados", distinguirá casi de inmediato el inconfundible estilo de Lemony Snicket; ese humor ácido, original y que casi roza lo absurdo, el cual caracteriza a quien es nada menos que el alter-ego de Handler, se puede palpar ya desde la peculiar celebración de los "Amargos dieciséis" de Al en donde Min y Ed se conocen, una irónica contraposición a los "Sweet sixteen" estadounidenses.
En unas pocas páginas el lector conoce (o cree conocer) a Min, la loser con alma de estrella que nunca falta en las historias de escuelas secundarias, y a Ed, el ídolo del equipo de fútbol escolar con sus amigotes y porristas, los cuales tienen mucho atributo físico y poco cerebro. Casi contra voluntad de Min, casi por accidente de Ed, el amor surge y la turbulenta relación destinada al fracaso comienza. Handler describe con frescura cada uno de los dolorosos recuerdos de esta pareja rota, marcada por hechos como la emocionante persecución a una estrella de cine, la conexión entre dos mundos casi paralelos y sueños y planes meticulosamente pensados que nunca jamás han de concretarse.
La novela que parecía previsible y plana en un principio termina enganchando al lector con una combinación perfecta de elementos gráficos y literarios y dándole más de una sorpresa. Al final, la Min que a lo largo de la novela uno seguramente se haya estado imaginando como una artista en ciernes, una persona culta e interesante, de belleza discreta e incomprendida esperando a ser descubierta (hasta como una suerte de Rachel Berry de Glee, Hermione Granger de Harry Potter o Bella Swan de Crepúsculo), se revela como todo lo contrario. En unas cuantas páginas que harán sentir identificado a todo aquel que alguna vez haya tenido la autoestima por los pisos, Min describe su vida interior como pobre, o incluso inexistente: no es la chica bohemia que todos dicen que es, ella no pinta, no canta, no actúa ni escribe. Habla mal de todo el mundo, no sale casi nunca, suda por todos lados, tiene notas bastante normalitas, mal aliento y además es bastante torpe. Se describe físicamente como gorda, con ojos de tonta, boca fea, cabello desastroso y ropa ridícula; la Min especial, particular e interesante que creíamos conocer se desarma a último momento a causa del dolor, cuando la verdadera razón de por qué rompieron sale a la luz y el castillo de naipes construido durante toda la novela se cae de un soplido. Con un final que le hará aflorar las lágrimas a más de uno, "Y por eso rompimos" cierra una historia que cumple con todas las expectativas y hasta las supera, destacándose respecto a otros libros juveniles de temática similar. Sorprende que un escritor tan destacable no haya tenido en los países de habla hispana la misma repercusión que en Estados Unidos, su país de origen, hasta el punto tal que es muy difícil encontrar ediciones de este o cualquier otro título de Handler/Snicket en librerías, incluso cuando esta novela fue lanzada en argentina por Alfaguara en abril de 2013.
Tom.~Sobre el autor~