La vida de A es un tanto... curiosa: vive cada día en un cuerpo diferente. No sabe por qué le ocurre, pero lleva siendo así desde su infancia. Como consecuencia de esto, no ha pasado más de veinticuatro horas siendo la misma persona; a veces le toca ser una modelo, a veces un estudiante de instituto; a veces una anoréxica, otras un drogadicto.
Pero A lleva el asunto bastante bien. Intenta vivir ese día sin alterar la rutina de la persona cuyo cuerpo habita, y procura sacar lo mejor de la experiencia… por lo menos hasta que despierta en el cuerpo de un tal Justin y conoce a su novia de ese día, Rhianon.
Las veinticuatro horas en el cuerpo de Justin cambian por completo la vida de A. Efectivamente: se ha enamorado. Pero al despertar a la mañana siguiente, ya ha saltado al cuerpo de otra persona, en otra ciudad. Desafiando sus propias normas, A regresará día tras día, cuerpo tras cuerpo, al instituto de Rhianon para verla. Y ha decidido arriesgarlo todo y contarle la verdad sobre quién es. Aunque, por desgracia, eso no cambiará la cosas; A nunca podrá tener una relación con nadie… ¿o sí?
Cuando el lector comienza Cada día, sabe desde la primera página que no va a poder soltarlo hasta el final: ¿se puede amar a alguien sin importar el aspecto externo? Parece una pregunta sacada de La Bella y la Bestia, pero Levithan va un paso más allá: ¿amarías a una persona aunque un día fuese un chico, y al siguiente una chica? ¿Y si un día fuese gordo y al siguiente delgado? ¿Alto o bajo? ¿Asiático o hispano? ¿Minusválido o modelo? Con la historia de su vida y su primer amor, A quiere enseñarnos a ver más allá de las apariencias, más allá de las normas y de la cultura.
Tras acompañar a A en su rutina durante cuatro días, el lector ya está irremediablemente enganchado a la historia; los implacables cambios de cuerpo cada veinticuatro horas y las consecuencias que tienen en la vida de los personajes aportan muchísima tensión (e incluso misterio) a la trama. Claro que, también es culpa de A que la novela sea tan adictiva, y es que son su fuerte personalidad y sus ansias de supervivencia las que hacen que se le tenga cariño desde el principio.
Por supuesto, que Cada día sea una obra con tanta calidad se debe también al estilo de Levithan, quien sin perder el toque juvenil y moderno, se atreve a plantear situaciones de lo más complicadas. Capítulos cortos y con un contenido que no se olvida fácilmente son la fórmula del éxito de esta novela.
En Cada día David Levithan regala a sus lectores una novela atípica y llena de brillantes reflexiones. Una historia extraordinaria que atrapará a todos los lectores y que desde El Templo no podemos dejar de recomendar.
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